En el desarrollo de la creación y levantamiento del geoglifo, en conjunto con la comunidad decidimos que hacía falta darle color a la obra, y decidimos pintar el choclo. Durante 7 días pintamos con los jóvenes de la población Inthi Phaxi, quienes después del trabajo llegaban a tomar una brocha y empezaban a pintar. Mientras que las horas de luz nos acompañaban, en ocasiones la noche nos pilló, pero con la ayuda de celulares y linternas nada nos impedía seguir. Así fue como el choclo confeccionado por miles de piedras, comenzó a conseguir más vida. En un principio se decide partir por la coronta, la que fue pintada en amarillo, para luego seguir con las hojas pintadas verdes.
Sabíamos que los colores eran los tradicionales, pero se llegó a consenso con la propia comunidad dejarlo con los colores amarillo y verde.
Cada día que llegábamos a las faldas del cerro donde estaba el geoglifo, percibíamos los avances y así confirmábamos que el color de daba vida propia al geoglifo “moderno”.
A pesar que el esfuerzo físico fue bastante duro durante los días de pintura, valió totalmente la pena, ya que pudimos ver el avance a diario del desafío planteado y hoy poder apreciarlo. Es bueno señalar que es un logro tremendo tanto como para el colectivo como para la comunidad, ya que esta actividad desde un inicio partió como una intervención que tenía por objetivo generar un impacto visual en el diario vivir de la comunidad. Ya no tenían un cerro “pelado”, hoy había una postal de un choclo pintado, que quizás podría ser también para algunos una flor u otra cosa, pero que hoy es parte de del Valle de Lluta, como símbolo del trabajo agrícola que se realiza en el sector.