El año pasado hicimos una residencia en Pilmaiquén (https://bitacoraresidencias.cultura.gob.cl/volver-la-mirada-revelando-historias-en-comunidad/), una localidad rural de la Región de Los Lagos. Fue un proceso hermoso en el que construimos junto a la comunidad un archivo de sus historias.
Vivimos en el campo durante tres meses y fue relativamente sencillo conocer a todos los vecinos, porque es un territorio pequeño y acotado, incluso se podía recorrer a pie en un rato. La residencia a la que nos enfrentamos ahora es distinta. El Cerro La Cruz es una gran población con más de 4.300 habitantes, situada en medio de una de las ciudades más grandes y bulliciosas de Chile. Es un cerro de difícil acceso, cuesta recorrer sus calles empinadas y no son claros sus límites. La vida urbana y rural la vemos en contraste en nuestras dos residencias.
Ante este nuevo contexto más caótico y abrumante, nos preguntamos ¿Cómo nos acercamos a la comunidad? ¿Cómo nos involucramos en su territorio? ¿Cómo los invitamos a ser parte de esta residencia?
En Pilmaiquén salíamos a caminar y terminábamos en la casa del algún vecino tomando once, participando de algún cumpleaños y hablando del proyecto que haríamos en conjunto. En cambio, la ciudad es más distante y hay más barreras que romper para acceder a los espacios íntimos.
Pensamos cómo podríamos darnos a conocer entre los vecinos y llegamos a dos primeras acciones simples: una clásica circular que repartimos puerta a puerta y la “pizarra democrática”. Construimos una pizarra para recorrer el cerro e invitar a los vecinos a que escriban sus ideas para el proyecto Kiosko. ¿Qué debería tener el Kiosko del Cerro La Cruz? es la pregunta y esperamos recolectar diversas sugerencias.
Estas dos acciones las seguiremos replicando durante todo octubre, a ver si logramos abarcar este gran territorio.