El día 3 de noviembre se realizó un taller textil tradicional Quechua por el artesano textil Tomoteo Ccarita Sacaca organizado por la CONADI, de la región de Tarapacá.
Conversando con Viviana Troncoso, encargada de la jornada, me cuenta que se tomó la iniciativa de realizar varias jornadas por distintas comunas de la región. Ella me dice que el pueblo aymara tiene muy bien desarrollado el oficio textil en la comuna, a diferencia del pueblo quechua. Es por eso que se decidió que se iban a realizar en conjunto talleres de telar quechua con talleres de telar aymara para difundir este oficio ancestral.
Ambas técnicas textiles son patrimonio de los pueblos originarios del altiplano, sin embargo muchas veces la técnica se va perdiendo y estos talleres nos ayudan a recuperarla. Estos oficios eran parte de la identidad de este territorio mucha antes de que aparecieran las fronteras y las naciones. Digo esto porque los monitores del taller eran de origen peruano, país vecino que comparte esta territorialidad con esta misma identidad indígena. Lo que rescato de esta acción es que me parece súper bien e integrador invitar a este país, al cual como nación hemos discriminado tanto y valorar su avance en políticas públicas, de cultura, turismo y gastronomía.
Pues bien, estos monitores realizaron la jornada con sus atuendos típicos y hablando en sus lenguas indígenas nos dieron una importante lección de cómo se puede subsistir sin dejar de lado nuestro origen. El manejo de contenido e historia era admirable, además de la destreza con que enseñaban la técnica textil, incluyendo esta siempre con su contexto y proceso; como parte fundamental de la cosmovisión andina.
No me queda claro cuál fue la convocatoria, pero para mí era esencial poder hacer parte de este evento a las artesanas textiles de Las Quintas, es por ello que pregunté si es que al segundo módulo podía invitar a una. Fue así como llegó la señora Nancy Mamani, esto mismo lo replicó otra persona invitando a otra artesana textil del pueblo andino, en otro sector de Pozo Almonte que sufre el mismo fenómeno que ya antes he mencionado, ser parte de este pueblo andino donde hay una importante comunidad de mujeres que manejan el oficio textil y que emigran a la ciudad, llegando a tomas de terrenos que se ven marcadas no solo por esta identidad andina, sino también por el oficio textil.
En esta jornada se enseñó a trabajar el telar de cintura, que a diferencia del telar aymara se amarra en la cintura y no es de suelo con cuatro estacas. Así que fue una linda tarea, todas aprendimos y experimentamos en esta nueva forma.
Los artesanos traían consigo sus trabajos, con la señora Nancy nos acercamos a verlos y nos dimos cuenta ahí que tenían un trabajo que simbolizaba toda su cultura, con distintos elementos entre ellos la importante cruz de chakana. Decidimos adquirir este material, con el propósito de compartirlo con la comunidad y presentarlo como referente al trabajo que nosotras queremos bordar. Terminamos la jornada con bastante entusiasmo, la señora Nancy me fue a dejar a la casa y nos fuimos conversando de lo importante que había sido compartir el oficio desde otras perspectivas.