Decidimos viajar a Marte. La invitación delirante era esta: a los pampinos que quedan en María Elena les llegó una invitación para ser los primeros en habitar Marte. Ese es nuestro proyecto. Trabajaremos sobre esta idea y veamos qué es lo que nos devuelve. Dejaremos que esta premisa se construya a sí misma.
¿Por qué ir a Marte? creo que la respuesta está en el acto de observar. Antes de llegar a María Elena creía que uno de los puntos de vista que nos ayudaría era el universo: el cielo nortino que es el mejor del mundo, debe ser la principal atracción cuando en la horizontalidad hay puro desierto. Pero no era así, poco se observaba; María Elena no tiene ninguna colina o alto que te permita mirar en dónde estás parado; la contaminación lumínica de las calles censura el cielo y para ver estrellas tienes que irte lejos. En fin, no se estaban observando las estrellas, pero tampoco se miraba el horizonte, abunda más bien un gesto cabizbajo. Ir a Marte era mirar hacia arriba, hacia el horizonte y hacia nosotros mismos.