El colectivo recibe una invitación por el director regional José Barraza, quien nos reunió con la Gerente de Proyectos Yuni Arias de Ferrocarilles de Arica – La Paz, que cordialmente nos entregó tickets para realizar el paseo en ferrocarril de Arica a Poconchile. Además de darnos el permiso y apoyo para realizar piezas audiovisuales durante el recorrido por el Valle de Lluta, también Yuni se comprometió con el colectivo en apoyarnos con la difusión y distribución de nuestro proyecto en el Valle.
Llegó el día de subirnos al ferrocarril, al estar en frente del tren contemplamos la nostalgia de los abuelitos que capturaban en sus cámaras el emotivo recuerdo de su niñez y juventud. Que también se compartió con los integrantes del colectivo, en este caso fue Natalia, quien recordó a su abuelo que conducía ferrocarriles en el Sur de Chile.
La imaginación del equipo arranca cuando se suben al tren, donde se despierta el interés cuando observan los antiguos asientos del ferrocarril, las ventanas con seguros de metal curtidos en plata y por el vestuario vintage del conductor, quien nos deja acomodados en los asientos del Salón Vip a metros del maquinista (quien maneja el tren). Mientras nos instalábamos en compañía de nuestros equipos audiovisuales, escuchábamos las conversaciones de otros pasajeros, donde hablaban de su niñez y paseos en tren hacía el Valle de Lluta. En lo pronto comenzamos a registrar los segundos antes de salir de la estación de Arica, donde la mayoría de sus pasajeros que eran tercera edad, contaban historias cuando viajaban en el tren, narrando sus primeros pololeos, encuentros familiares o simplemente la primera vez que se subieron a un tren.
Iniciamos el viaje, saliendo rumbo al Valle de Lluta, la felicidad de los pasajeros desencadena en el saludo que realizan a las personas que están en las calles de Arica, donde el maquinista presiona el silbato para tomar precaución con automóviles y peatones. El equipo trata de captar la impresión de los pasajeros, a pesar que el movimiento del tren no sea el mejor amigo.
Mientras que el tren se inserta de a poco en el Valle de Lluta, se van cruzando los jotes y paisajes verdes, que recalca una y otra vez el hermoso Valle.
El ferrocarril realiza su primera parada en las colcas de Lluta, que son unas excavaciones profundas con paredes de piedras, y que funcionaban como refrigerador de los antiguos indígenas. Se retoma el viaje y nos dirigimos a Poconchile. El tren pasa cercano a las dunas, cerros y piedras gigantes que tiene el Valle, pero siempre acompañado por el verde de la totora, que danza con el viento, provocando la tranquilidad distinguida del sector.
Llegamos a Poconchile que es la parada final del tren, nos bajamos y observamos la antigua estación de trenes, algo deteriorada pero conservada dentro de lo que se puede por Lionel Huarachi, quien compró la casona (estación) para que no fuera demolida, donde logra salvar un monumento nacional.
El equipo continúa su caminata junto al grupo de turistas del tren, buscando un lugar para almorzar, pero como es de costumbre, se dirigen al restaurante “Curicó”, esta vez la cantidad de personas que hay dentro del local impide que el equipo pueda comer la clásica cazuela y el pollo al jugo. Al salir del restaurante, observa el colectivo que se realiza una peregrinación de San Gerónimo, por lo que decidimos ir a investigar.
Observan que se realiza una misa dentro la iglesia, entonces deciden ir a comer algo rápido para alcanzar a grabar. Tras encontrar un lugar y empezar almorzar, sin pasar diez minutos terminó la misa, así que salieron corriendo del local para empezar a registrar la colorida caminata atrás de dos santos. En vista que el equipo debía volver al tren para terminar el trayecto, Fernanda y Nicolás se quedan en la fiesta y Natalia sigue rumbo a Arica con el fin de terminar el trayecto en tren, además de ir a buscar el vehículo y transporte del colectivo con el objetivo de poder recoger a sus compañeros y vivir la peregrinación de “San Gerónimo”.
Mientras Natalia se sube al tren, se percata que la locomotora esta al revés de cuando la tomaron, donde el vagón en que viajaron quedo hacia el final y la vista quedó aún mas general. Ya instalada nuestra compañera en el tren, un grupo de abuelitas se le acerca a Natalia y le convidan pan con manjar, se inicia la conversación y le comentan algunas de ellas, sobre los lugares que más les fascinan en Lluta, es así que Natalia decide grabar a una de ellas, quien relata su vinculación con el Valle desde su niñez. Una vez terminado el relato, Natalia se percata que todos los pasajeros del tren dormían, con la música de fondo de Quilapayún.
Tras llegar a la estación de Arica, nuestra compañera realiza una entrevista al conductor del tren, quien muy amablemente acepta y narra sobre sus 30 años de servicio a EFE, agrega que su felicidad de trabajar arriba de un tren, es ver las caras de las personas, específicamente de los adultos mayores, que suben al tren y vuelven a ser los niños que algún día tomaron el mismo ferrocarril.
Para todo el equipo, este viaje en tren fue una experiencia de convocar la memoria de los pasajeros, sobre cómo se fue construyendo Lluta con la instalación de las líneas férreas, en la que el Valle se convirtió en un lugar turístico y transitable por diferentes personas provenientes de diferentes partes de Chile y el mundo.