Encuentros en la intimidad de Villa Dorotea, el silencio nos acompaña en cada mañana de estos días, la nieve congela momentos, la circulación se detiene por un espacio de tiempo.
La residencia se abre paso en cada encuentro, todos nos relatan sus historias, todos nos relatan sus ideas, como siempre las expectativas comienzan a dialogar con las nuevas propuestas.
La frontera, los antiguos, el extremo, colonizadores del sur; el valor de su historia, la marginalidad que no es solamente pasado es presente, al vivir en una zona tan extrema, pero a la vez tan cercana.
Todas familias que forman parte de procesos de años de trabajo y de lucha social, los antiguos mineros del carbón, los antiguos carreteros de la leña, trabajadores de las estancias, entre otros, familias que en su gran mayoría viajaron desde la islas de Chiloé en la búsqueda incesante del ser humano por mejorar su calidad de vida, calidad de vida que no se mide económicamente, si no mas bien en la tranquilidad de territorios donde el silencio y el calor del hogar forman parte de este cotidiano del sur del mundo.
Todos nos reciben con el agradecimiento de siempre, los alumnos, docentes y paradocentes de la Escuela Fronteriza de Villa Dorotea, el Club de Adulto Mayor “La Frontera”, los directivos de la Junta de Vecinos “Pueblo Dorotea”.
La comunidad de Villa Dorotea nos abre sus puertas esperando que este proceso sea un hito para seguir construyendo comunidad, comunidad que dialoga con su entorno natural y busca ser visibilizada por el resto de esta región.