Reinventando el día, el azar nos premia con un regalo, hoy no hay clases en la escuela y gracias a eso nos encontramos con Bastián y su súper amigo, quienes nos guían con su sabiduría que contiene memoria y se ve en sus acciones, en sus pasos, en su palabras, ellos conocen el territorio, ellos nos enseñan su lugar.
Caminamos al tesoro de Dorotea, un espacio de contemplación y de belleza infinita
tan cotidiano para ellos, tan impresionante para nosotros, es imposible ser ajeno a esta belleza de lugar, estos entornos del sur del mundo hacen una declaración de poder frente a la mirada del “humano” quien tercamente se encierra en sus espacios y no abre sus miradas a la contemplación del tiempo.
Del tiempo que no es horario, que no es reloj, ese tiempo que es clima, que es sol, que es luna, que es nube, que es viento, que es lluvia, que es frío, que es agua, que es vida que circula por estas pampas.
Gracias Bastián, de ti y tus compañeros hemos aprendido mucho en esta residencia de arte colaborativo, que busca compartir experiencias y dialogar desde el arte sobre nuestras diferentes formas de vivir este tiempo.