El estreno de la obra está lleno de tensiones, nerviosismo y ansiedad, los niños están expectantes a sus familias y hacer bien sus roles. Cada uno en sus posiciones, preparando sus vestuarios en los camarines. Comienza la función y entre ellos existe complicidad, apoyo y sentido de grupo. Sus familiares están contentos y orgullosos, algunos por vez primera de verlos actuar en este antiguo lugar de la comuna, muchos de los familiares nunca han visto teatro. Las familias han sido parte de este proceso, han colaborado con fardos, vestuarios y pequeños elementos. Han llegado en bus que recorrió Polcura, Trupán y Huépil, para llegar a Tucapel y el teatro está a tablero vuelto, este lugar abandonado parece ser que retrocediera en el tiempo y recuerda sus mejores años, donde la comunidad se reunía en este hermoso lugar. Hoy son los niños y niñas el motor de este último encuentro. El público espera en silencio, todos estamos en nuestras posiciones para partir, la última integrante del grupo acaba de llegar, se trata de Milka Ramos que tocará en vivo en la escena de la cruz de San Francisco y la obra ocurre como un acto de magia y pasa como un fantasma, donde todos estamos conectados con todos y dando lo mejor de sí. Alegría y aplausos finales sellan estos meses de trabajo donde nos conectamos con la historia y la cultura de Tucapel a través de estos niños.
Este bello encuentro termina con una gran convivencia entre familiares, los niños y el Colectivo Epew, intercambiamos algunas palabras, además había una exposición de los primeros trabajos que ellos realizaron con los recursos del lugar y otra exposición fotos del proceso que las familias se llevaron a sus casas.
Todo salió de la mejor manera, se logró el objetivo de que fueran capaces de compartir en grupo, aprender del teatro y sus artes, escucharse, tener sentido de grupo y rescatar las historias locales para poder cohesionar la comuna de Tucapel.