La Martina y el Ale saben mucho de plantas. El día que llegaron nos recorrimos todas las pasarelas de la isla y ellos iban reconociendo árboles, hierbas, arbustos comestibles, flores comestibles, etc.
La Martina encuentra insólito que las frutas y verduras en esta isla lleguen en la barcaza desde Quellón (16 horas) una vez a la semana, y que una lechuga cueste más de mil pesos, siendo que en esta isla el suelo es fértil (sólo basta con mirar los cerros), lo único que hace falta es saber manejar la humedad del suelo y ya se puede cultivar.
Hemos conversado con las personas que tienen invernaderos aquí, algunos si están funcionando, pero son pocos. Se hace imprescindible que la isla se vuelva autosuficiente.
La Anto (niña estrella de los talleres) anda siempre explorando. En una salida en bote nos enseñó como abrir y comer un erizo, en otra salida nos llevó a la planta de calafate y nos dio de probar (dicen que los que prueban calafate se quedan en la isla), mientras trabajamos en la escuela nos trae nalcas con sal para comer y té de hierba buena que fueron a recolectar con la Sayén y el Ale. La Anto es una niña increíble, de las que recorre y mira lo que tiene alrededor, siempre uno la puede encontrar por las pasarelas con ganas de salir a mostrarnos algo. De ahí nació la idea de salir con los más chiquititos a una expedición de reconocimiento de plantas, y que las plantas sean parte del museo, ¿qué podría ser más fantástico que la naturaleza de Gala?
Antes de salir les pasamos a cada uno una bolsita y sólo dimos una instrucción: que cada niño recogiera una planta que le llamara la atención. Con la Romi (directora del colegio) y el Iván (paramédico que lleva años recorriendo estos cerros y abriendo caminos) partimos hacia el cerro. El día estaba lindo y subimos hasta arriba, ya que recién abrieron un camino con escaleras para que puedan instalar la antena de teléfono. Al día siguiente cada uno con su muestra rellenó una ficha que la Martina y el Ale habían preparado: tenían que dibujar su planta y un detalle de la misma, describir la planta y contarnos si ya sabían algo de esa planta.
El resultado lo vamos a editar en un fanzine, además de incluir las plantas en el museo. Y lo más importante es que por fin le cumplimos la promesa a la Anto de salir a recorrer.