El día 1 y 2 de Noviembre se celebró el día de los difuntos y todos los santos, pero a diferencia de cómo se vive en gran parte del país, el mundo Aymara conmemora a sus difuntos con coloridos altares, donde los amigos, familiares e invitados asisten a la casa del fallecido y comparten en honor a este. El día 1 fuimos invitados por la viuda de don “Doro” a un almuerzo en su casa, donde además se realizan plegarias por su ascensión al cielo y por la protección de su familia, esta ceremonia dura 3 años consecutivos desde que fallece la persona, también sus seres queridos arman un altar en su honor, con panes especialmente diseñados para la ocasión, escaleras, caballos, palomas y todo lo que represente al difunto, en el centro la fotografía del fallecido, hojas de coca, pastillas y licores, además de sus comidas preferidas. Al caer la noche se realiza una misa en el cementerio, para posteriormente volver a la casa del “finao” y pasar la noche en vela jugando “casino” (naipe, dominó, etc.) y el hombre que pierda debe ir a tocar la campana de la iglesia, en caso de perder una mujer, debe “pagarle” a un hombre para que vaya a tocar la campana. Al amanecer la familia del “finao” da a los acompañantes un plato de kalapurca para reponer energías y continuar con las actividades. Cuando llega el momento de “despachar” (despedir a los invitados) la familia reparte los panes y dulces del altar, en agradecimiento por la compañía brindada.
Luego de ser parte de esta íntima celebración, viajamos a Arica por que el día domingo jugaría el “Club deportivo y cultural de Esquiña” en el campeonato de fútbol de los pueblos, la idea era presentar a Claudia (Residente en Arica) a Rafael Apata, quién es el presidente del club, y que se puedan generar vínculos para un trabajo colaborativo entre ambas residencias. Uno de los intereses de las personas de la localidad de Esquiña es la restauración de los calvarios de Santa Ana y San Santiago, que se ubican en la cima de un cerro, lo que dificulta su reparación, pues la mayoría de las personas del pueblo no están en condiciones de subir a ejecutar este trabajo, por lo que se necesitaría la colaboración de personas jóvenes, como los participantes del Club, que residen en Arica, pero que tienen nexos familiares con Esquiña, lo que además permitiría generar vínculos de colaboración entre ambos grupos de personas, etariamente distintos pero con raíces en común.