A lo largo de nuestra estadía en Chanco, pocas veces nos habíamos encontrado con personas en las plazoletas. Con algunos juegos averiados, estas parecían en desuso.
Lo mismo nos comentaron algunos vecin@s, quienes mencionaban que las plazoletas prácticamente no se usaban.
Esto nos motivó para elegirlas como escenarios en los que se contaran y escucharan historias de Chanco. Fue así que durante el fin de semana fuimos a las plazoletas de La Unión, Vida Chile y Villa Paraíso Colonial, elegidas junto a algunos vecinos por ubicarse en sectores en los que habita una gran cantidad de niñ@s.
La semana previa a este gran evento, consistió en elaborar todos los preparativos para este. Con avisos en la radio BuenaNueva en los que se emitían algunas historias grabadas por los niños de Lagunilla, repartición de afiches en la feria y el diseño de cómo intervenir las plazas, para que fueran propicias para la narración de historias.
“Hay que pensar en qué les vamos a dar para que participen, unos dulcecitos…” Menciona don Darío en las reuniones de planificación de la actividad. Y parece que ese es el estilo acá en Chanco, el cual, combinado con el nuestro, quedó en la elaboración de pancitos de colores con formas inspiradas en las figuras realizadas por los niñ@s de la escuela de Reloca.
Los tres días de intervenciones en plazoletas tomaron forma distinta según sus participantes.
Para unas niñas consistió en grabar historias mientras se columpiaban, para otro, invitar a los hombres a un lugar apartado para contarles una historia secreta. También hubo historias grupales, en las que por turnos cada uno iba agregando una frase, u otras en las que se grabaron distintas voces y sonidos para ambientar y dar dramatismo a la narración. Las grabaciones posteriormente eran reproducidas en parlantes y compartidas con el resto… Se dibujaron personajes favoritos, escribieron historias e interpretaron dibujos para contar nuevas.
Mediante una infinidad de formas, niñ@s y jóvenes fueron apropiándose del espacio propuesto y activándolo para convertirlo en un lugar para contar y escuchar historias.
Los adultos tampoco se quedaron fuera de estas narraciones, los cuales mediante una participación más sigilosa, fueron escuchando y luego compartiendo las suyas propias.
Y entonces un día, las plazoletas de Chanco se llenaron de leones, cohetes, niñas unicornio, murciélagos, ratones, mariposas, acróbatas y gigantes…
Bernardita y Paulina