En Chanco no pasa nada.
L@s jóvenes están dormidos.
Hace falta que llegue cultura.
La gente es reacia a participar.
Les da vergüenza.
La institucionalidad no hace nada al respecto.
A la gente le da miedo hablar.
Estas frases, se han ido repitiendo constantemente desde que llegamos.
¿Qué significan?
¿Qué dolores encarnan?
A ratos, me siento paralizada ante ellas. En que siento que poco podemos hacer en términos de resolver, entregar, comprar o construir las cosas que ellos señalan. No puedo asumir tal responsabilidad. No quiero asumirla y repetir.
¿Se vislumbran alternativas?
Suelo pensar que algo de esta experiencia podría – para bien o para mal – tener que ver con distraer de la queja. Pausarla por un rato para ver si es que hubiera cosas que sí se puedan hacer.
Quizás problemático porque se puede llegar a olvidar la queja y que no se llegue a ninguna solución para ella.
Pero, de todas formas, creo y mi apuesta está – o lo que me da tranquilidad – en que esa distracción temporal permita ser un medio para activar el movimiento. Una experiencia, que por entrar en el campo de lo “bonito”, habilita la posibilidad de crear y de comunicar.
Por ahora, buscar huevos de dinosaurio por el bosque es el movilizador.
L@s niñ@s nos están enseñando que es posible.
Paulina