Después ser parte de esta segunda experiencia de Residencia, revisando y editando las imágenes, nos sentimos complacidos y llenos de preguntas que nos incitan a continuar y profundizar el camino recorrido en el territorio de Isla del Rey, sintiendo que este trabajo es un punto de partida para una exploración e investigación mayor en nuestro trabajo creativo.
Durante nuestra estadía estuvimos constantemente construyendo y destruyendo modos de operar con la comunidad, ya que al compartir la cotidianidad, nos enfrentamos cada vez más a las complejidades de los entramados sociales que allí existían y de los cuales nos fuimos haciendo parte también. En este camino, ya sabiendo que nuestro trabajo sería una experiencia performativa en espacios privados, fuimos decidiendo estrategias para acceder a las casas de los habitantes de la isla y poder realizar las performances, pensando y generando un dispositivo que permitiera emerger una experiencia sensible.
Durante este recorrido, nos enfocamos a mitad de camino, en el trabajo sólo con mujeres, dadas las dificultades a las que ellas se ven expuestas en este territorio y porque en ellas también vimos complicidad, sensibilidad, y necesidad de expresión como potencialidades que pudiesen cimentar redes de acción en el futuro.
Es así como todo fue fluyendo en la pulsación de cada experiencia, donde las mujeres entraron a un espacio íntimo, extraño, indescifrable, sensible y removedor, en él pudieron abrirse, explorar sus cuerpos y los de otras y sobre todo recibir la experiencia, pudiendo generar una complicidad donde incluso ya nosotras dejamos de participar de la última performance, haciéndose ellas cargo en su totalidad.
Nos sentimos felices de poder haber sido parte de este proceso y nos llevamos una sensación de satisfacción que nos impulsa a seguir y continuar este trabajo, en una constante búsqueda que abra cada vez más posibilidades creativas.
Les dejamos el video final