Es interesante observar el proceso de cómo vamos conociendo e involucrándonos en una comunidad. El paso a paso que, en general, corresponden a acciones simples y cotidianas como un encuentro en la calle. En nuestro caso fue un papel que tenía escrito un número de teléfono. Ese fue nuestro punto de partida.
En una reunión de la Junta de Vecinos a la que asistimos en agosto junto a profesionales del CNCA para dar a conocer la residencia, Maritza, una vecina muy amable del Cerro, me pasó un pedazo de papel con su número y me dijo “mijita, llámeme cuando vengan a hacer la pega”. Guardé el papel como hueso santo durante varias semanas hasta que pudimos iniciar el proyecto.
Maritza fue nuestra entrada y bienvenida al Cerro. La llamamos, nos reunimos y a través de ella llegamos a la señora Aurora, después a Elena y su mamá Alicia, luego a Clara del almacén, la Myriam, la Katita, la Oriana y la otra Maritza. Así empezó nuestra bola de nieve, todo gracias a un papelito y al gesto de una vecina.