Dentro del día de los muertos, donde se conmemora el recuerdo y nostalgia de los que ya no están vivos, el colectivo trashumantes visita el cementerio de Poconchile.
Mientras se registraba cada banda de bronces y familiares de los difuntos, mencionaban que era el único día que los muertos estaban al lado de ellos festejando y compartiendo con sus seres queridos.
Al observar cada lápida de los difuntos, nacían las siguientes preguntas ¿Qué pasa con los pobladores que vivieron en el Valle de Lluta?, ¿Quiénes eran? ¿Cómo se ganaban la vida?, ¿Qué les gustaba comer?, ¿Qué música les gustaba escuchar? etc. Son tantas las preguntas que se presentan en este día. Así decidimos acércanos a las distintas familias y observar, por medio de nuestros ojos y cámaras, desde donde percatamos distintas ofrendas como cajas de leche con chocolate, pollo asado, humitas dulces, vino tinto, cervezas y aguardiente. Además conocimos la importancia de venerar y recordar, por medio de una fiesta con música, a un familiar, amigo, primo, sobrino, hijo, abuelo, etc. del Valle de Lluta. Nos percatamos que las personas que estaban enterradas en el Valle, se habían criado o vivieron por mucho tiempo en él.
Algunas personas se abrían a comentarnos sobre este día, tan especial tanto como para el difunto y su familia, narraban que no había obstáculo para llegar al cementerio este 1 de noviembre, ya que era la única vez en el año que los muertos y sus propios espíritus, salían de las tumbas y se sentaban a compartir con cada persona dentro del cementerio.