Después de las sesiones de fotografía que realizamos con los niños del Hogar de Menores Arturo Prat, desarrollamos otras dos instancias de escritura. El objetivo de todo esto, es que podamos crear en conjunto un set de postales para exponer en nuestro Kiosko.
Entonces, por un lado tenemos las imágenes de las postales que corresponden a las fotografías tomadas por los niños, y por la otra cara de la postal, habrá un texto escrito por los autores de la foto. Este texto puede ser un microcuento o simplemente un título descriptivo de la foto.
Así es que estuvimos ensayando la escritura y soltando la pluma a través de algunos ejercicios.
Al principio los niños no estaban muy entusiasmados con lo de escribir, “Pero tía, no sé escribir, me da vergüenza”, me decían. Pero de a poco nos fuimos dando confianza entre todos y logramos concentrarnos.
Primero leímos unos cuentos de “Santiago en 100 palabras” para entender la estructura de los microrelatos. El desafío es usar un mínimo de palabras y mostrar una historia completa. Hablamos sobre lo que significa la síntesis y lo breve, pero que tiene la capacidad de quedar resonando en la memoria.
Después hicimos un ejercicio inspirado en el escritor francés Georges Pèrec, en su libro “Me acuerdo” (1978), el que corresponde a una lista de 480 recuerdos breves del autor acerca de temas variados, que permiten construir una mirada sobre vivir en Francia de mediados del siglo XX. Imitando este estilo de escritura, creamos listas de me acuerdo, me gusta y no me gusta y luego las compartimos.
Luego, miramos entre todos las fotos que habían tomado y les pedí que las titularan. Acá van algunos ejemplos:
Por último, cada uno eligió una de sus fotos para escribir un microcuento a partir de la foto y el título. Ya mostraremos este material.
La verdad es que me sorprendieron los resultados, tanto los fotográficos como los escritos. A ratos cuesta trabajar con un grupo de preadolescentes, sobre todo por esforzarse constantemente para captar y mantener su atención. Lo que nos resultó fue idear actividades cortas donde ellos pudieran ver los resultados. También motivarlos a ser autores de una obra, en este caso una foto y un texto, entregando espacio para experimentar sin tantas instrucciones de por medio.
Fue un desafío lograr concentración grupal por más de una hora, pero lo hicimos. Al final, las sesiones de trabajo se dispersaron cuando los niños vieron que llegaban sus familiares a visitarlos. “Ahora son las visitas semanales tía, nos tenemos que ir”.