Cuando se me entregó el diagnóstico de este sector, se me señaló que existía un grupo de artesanas textiles, y fue en relación a eso que decidí entregar una propuesta de trabajo creativo que estuviera relacionada con ese oficio textil. Y si bien no tengo las herramientas ni los conocimientos vinculados al manejo del hermoso patrimonio del telar aymara, propuse que se utilizara la iconografía o la gráfica de esos diseños, en la elaboración de un paño bordado por las mujeres.
El primer tope con el que me encontré fue que en la comunidad, nadie sabía que se realizaría una residencia de arte colaborativo en el sector. Ninguna de las mujeres de este grupo de artesanas había recibido información sobre este trabajo y eso me causó varias rabias y mucha sorpresa. Me acerqué a estas mujeres desde varios caminos y en distintos espacios, siempre optimista por el curso que podía tomar esta investigación y sintiendo de corazón que su participación era fundamental para cumplir con los objetivos de mi trabajo, pensando que para todas sería una experiencia muy linda y reconfortante participar de esta creación colectiva.
Tuve un acercamiento importante a la población porque en las últimas semanas pude acercarme a algunas actividades de la comuna, y prestar un fuerte apoyo en la Oficina de Turismo a cargo de Don Agusto Alave, para la inauguración de una feria artesanal que se realizaría en Pozo Almonte. Esto me acercó a los y las artesanos/as textiles de la comuna. Sin embargo no pude acercarme tanto como quería a las artesanas de Las Quintas, ya que éstas tenían menos participación en esta actividad. Al mismo tiempo los otros grupos recibían mi apoyo con mucho entusiasmo, mientras que el grupo de artesanas con que yo venía a trabajar parecía no entender que era lo que yo venía a hacer.
Como debo trabajar con el sector específico de La Quintas, con el grupo de artesanas “Jacha- Uta”, debo lograr realizar ese vínculo con ellas, motivándolas a que se apropien de la idea que presento y se interesen por participar. Esto ha sido difícil de lograr.
El grupo de artesanas Jacha-Uta, tiene muchas miembros que son de un mismo grupo familiar, el de la señora Dorotea Mamani, señora con la cual colaboré en las chacras hace un tiempo. De este grupo de mujeres, muchas de ellas transitan entre tres localidades, además son dueñas de hogar, comerciantes, agricultoras y artesanas. Es por ello que es poco su interés por participar en el trabajo propuesto, y no cuentan con todo el tiempo que yo quisiera para motivarse a trabajar. A veces pienso que si hubiera manejado más información de las condiciones de vida de estas mujeres, podría haber planificado de otra manera mi intervención.
Sin embargo y a pesar de ello, siempre llegan unas pocas a las jornadas. El panorama va poniéndose más óptimo en la medida que nos conocemos y hemos optado por trabajar también en la casa, siempre hay una que tiene la tarea de llevarse el telón a su casa para avanzar. Esto es algo que valoro y admiro. Además muchas de estas madres y dueñas de casa pudieron participar más activamente en la medida que se incorporó como actor importante al grupo de niños y niñas de la localidad. Así, estas madres pueden trabajar junto a sus hijos e hijas que son el grupo más activo de la residencia.