Francisca López le da una continuidad a su trabajo en el CRAM (centro recreacional del adulto mayor) y nos dice:
La incansable experiencia de trabajar con personas que inminentemente te enseñarán algo, es una de las cosas fascinantes de nuestro trabajo. Nos sabemos maestros, docentes, transmisores de herramientas o técnicas, pero es la gente la que nutre nuestra alma y la que nos entrega la posibilidad de ser quienes somos. Más aún si estas personas creen que están en la última etapa de su vida, es esta su propia vida con su historia, la que se vuelve el eje de un proceso de intercambio y comunicación.
Las historias que aparecen son miles y las reflexiones mucho más. Recuerdos de antaño, de pueblo, de vecino, de negocio pequeño, de playa limpia. Un hecho particular, la gran parte de los maridos han partido, ellas los recuerdan con nostalgia y amor. La despedida del bote de la muerte ya está en nuestros ojos y en sus manos como imagen.