Las antiguas máquinas guardadas en cualquier escuela pública se re-utilizan, se reciclan para, a través del juego, activar la memoria. El retroproyector rinde honor a su nombre: retro-proyector.
Retro-proyector, proyecta a su interior la libertad del juego creativo, ese que estimula a partir de los sentidos espacios de investigación y diálogo con la materia, el niño descubre, a parir del ensayo, posibilidades que no se limitan a los códigos establecidos en el estándar educacional.
El presente se hace vida en cada rostro de los participantes. Los estímulos visuales creados por cada niño, son materia que emerge de sus trazos, de sus emociones, los colores estimulan, insisto, desde el juego, a comprender que nadie es mejor que el otro y todos tenemos un espacio para jugar y conversar a través de los colores, creando ritmos, creando diálogo que, en este momento, no requiere de la palabra para su comprensión.