Lo primero que aprendí es que para ir al Peumal desde Romeral siempre debes tener mucho tiempo. Mi casa queda a 10 minutos de la plaza, y en la plaza está el paradero donde pasa el “mini” o “moli” que va hacia El Peumal, y si por ejemplo tienes que estar a las 16 horas allá, debes tomar el “mini” de las 3pm (no pasa otro hasta tres horas después) y tienes que llegar al paradero a las 14:45, porque el Moli de las 3pm también puede pasar antes de esa hora, así que hay que esperar el tiempo que sea necesario, sino te quedas abajo de la micro y tendrás que caminar y hacer dedo.
Yo tenía que ir a la escuela, y por suerte conseguí el Contacto de Miguel, el monitor del grupo de adulto mayor “Los tatas ilusionados”, que me llevaría en su auto hasta allá, donde se reúnen todos los viernes a las 15:30. Lo esperé en la plaza y nos fuimos al Peumal. Él iba acompañado de la señora Cecilia que forma parte de la agrupación. Se notaba que ella manejaba mucha información del grupo, luego supe que era la secretaria. Llegamos a la Escuela y fuimos al comedor.
En este grupo se saludan uno a uno con beso en la cara, hice lo mismo, incluso antes de presentarme. Estaban todos sentados en sus sillas en el espacio que quedaba en el centro de la sala de comedor, en total eran unas 18 personas. Miguel me hizo una pequeña introducción para que yo comenzara a hablar. Aproveché entonces de contarles quién era, a qué venía, les hablé brevemente de qué se trata la residencia, que nos veríamos cada viernes y que próximamente tendríamos más actividades. Luego, me sumé a la dinámica del grupo como una participante más.
El tema del día era ponerse de acuerdo en el vestuario de su presentación de fin de año y ensayar el baile del gorro de lana. Por su puesto que yo también tuve que participar y claro, Don Domingo, presidente de la agrupación, me sacó a bailar el vals chilote, mientras yo intentaba hacer unas fotos de la actividad. Luego de eso, el escenario cambió rápidamente: las parejas de baile se dispersaron, la tesorera cobró las cuotas, y varias mujeres se fueron a la cocina a preparar el té, pan con palta, y a servir las galletas, sopaipillas y queques, mi aporte fueron las galletas. Era una mesa larga para 20 personas, con contundente comida, donde pude compartir conversación con varias de las abuelas que estaban sentadas a mi alrededor. Me hablaban de los lugares donde vivían, porque no todas viven en El Peumal, algunas vienen de San Ramón, que queda después del segundo puente, o de Santa Inés que es al final del camino, incluso, algunas vienen desde Romeral. Me pregunto qué es lo que las hace venir hasta aquí…
Ese día en la escuela no hubo clases, porque una vez al mes los profes y la directora tienen reunión de micro centro, pero el profesor Juan (tío Juan) estuvo toda la tarde jugando basquetbol con un grupo de 5 niños en el patio. Los vi desde el comedor, donde estábamos con el grupo de los tatas ilusionados. La directora y Rebeca me hablaron del tío Juan, él es un profesor que lleva unos 10 años enseñando en la escuela. Ese día no tuve momento de hablar con él. Nos saludamos desde lejos.