Hoy madrugamos para ir junto a la presidenta y secretaria de la Comunidad de Maulikan a la escuela y jardín de Avellanal, para proponerles la idea surgida en la reunión pasada, de realizar un cerco tejido a la manera antigua, como muestra y recuperación de saberes locales.
Ambos encuentros con las directoras de dichos establecimientos estuvieron muy bien. La idea era contarles lo que queremos hacer y conseguir que nos autorizaran y cedieran un espacio dentro de los terrenos de dicho establecimiento para así, por un lado, las y los niños puedan conocer este arte antiguo, aprender del trabajo colectivo y conocer más sobre historia, memoria y cultura local. Y por otro, al estar estos establecimientos educacionales en un espacio comunitario junto a la posta y sede del sector, así como frente a la carretera principal, es un lugar ideal para darle valor y presencia al trabajo que queremos realizar.
Una vez acabamos las conversaciones, en las que tuvimos muy buena recepción y aceptación de la idea, especialmente de parte de la directora del jardín con quien, de hecho, conversamos también sobre ideas futuras para que la comunidad de Maulikan desarrolle en este espacio. Ahí, nos fuimos con la señora Maritza a la casa de su hermana Angélica, quien nos esperaba para desayunar con un rico pan amasado hecho por ella. Así, entre mates y calor de hogar, conversamos más sobre el cerco y la revalorización de historia y saberes locales. Esos que ellas cuando niñas vivieron pero que, en la actualidad, son desconocidos para la comunidad parguina en general.
Tras tener una vez más la “guatita llena y el corazón contento”, salimos con la señora Angélica y la señora Maritza, a internarnos por su bosque de arrayanes observando las varas que nos podrían servir para próximamente empezar a trabajar.