Hoy fue día de trabajo con la comunidad. Además de todo este tiempo compartiendo experiencias, conversaciones y rutinas hoy me propuse analizar cómo se ha llevado a cabo el proceso de trabajo comunitario. La actividad planificada fue muy fructífera y la jornada de trabajo resulto ser bastante participativa, a pesar de la escasa convocatoria, que dista mucho de las expectativas que previamente a llegar a este lugar me había hecho. Es una realidad; Siempre llega menos gente de la que espero, y creo que uno de los factores que me permite explicar este suceso tiene que ver con una realidad nacional, donde en las generaciones actuales la participación ciudadana parece cada vez más dormida. A eso puedo sumarle otro factor que se relaciona directamente (a mi parecer) con esto. El estado se relaciona con la gente por medio de políticas públicas paternalistas, donde el resguardo de la integridad de las personas no pasa por otorgar derechos (y deberes) si no por entregar todo tipo de beneficios a los que se postula por medio de diversas estrategias (ya sean fondos, proyectos, bonos, etc.) La misma Ley Indígena de nuestro país al reconocer a los pueblos indígenas que conforman este territorio no ofrece soberanía en sus tierras, resguardo de sus espacios sagrados, ni resguardo del medio ambiente (por poner un ejemplo), pero si ofrece becas, subsidios y otro tipo de beneficios a los que los ciudadanos con raíces indígenas pueden optar. Al mismo tiempo, las empresas privadas juegan un rol importante muy similar al del estado. En todo el territorio nacional los mega proyectos que afectan las distintas regiones se hacen cargo de cumplir este mismo rol para la ciudadanía y ofrecer todo tipo de privilegios; subvencionando fondos culturales o agrícolas, cumpliendo un rol activo como financiador incluso en los hospitales y escuelas.
Frente a este panorama, todas aquellas iniciativas comunitarias que no requieren acuerdos económicos de por medio, no tienen una buena recepción, al menos a la primera. A veces tengo la triste impresión de que todo sería más fácil y rápido si hubiera una ganancia económica de por medio. Frente a este panorama me costó mucho convencerlos, me costó mucho motivarlos. Pero luego al ver los resultados del trabajo, el panorama cambia y veo que otro mundo es posible y nos veo construyendo una nueva realidad, donde cada uno colabora un poco, por medio de una metodología participativa y asociativa.
La convocatoria era a las 19.00 hrs., no pudimos partir a la hora porque la gente se demoró en llegar, a pesar de que algunas personas estaban esperando desde varias horas antes de la hora acordada. Pero comenzamos y la actividad planificada fue realizar un trabajo de Mapeo e Identidad Local Territorial.
La idea era salir de este vacío, donde veíamos que la gente no se motivaba, no encontraba utilidad a lo que hacíamos y no participaba.
Para eso, en vez de buscar realizar una sensibilización territorial por medio de charlas unilaterales, el trabajo se realizó en colectivo.
La idea era hacer un ejercicio gráfico relacionado con el espacio que ellos y ellas habitaban. Se pusieron tres mapas sobre una pared; Colchane, Las quintas y Pozo Almonte.
La actividad participativa consistía en escribir sobre un post it, todo tipo de conceptos; palabras; dibujos o símbolos que les identificaran con cualquiera de los tres mapas.
Por medio de este ejercicio se buscaba sensibilizar a los y las habitantes de Las Quintas respecto a cómo habitan su territorio; considerando que Las Quintas es una toma que está en un proceso de urbanización desde hace 20 años, donde casi todos ya poseen el título de dominio de estas viviendas y donde la mayoría de los habitantes han llegado ahí migrando desde la comuna de Colchane, compuesta por diversos pueblos altiplánicos. La identidad de este territorio está marcada entonces por esta cultura que lleva intrínseco el temor de perder por completo una forma de vida; la forma de vida que se vive en el altiplano y que se vive también en los sectores urbanos de Las Quintas, Pozo Almonte o Iquique.
La actividad fue tomando vida y la gente poco a poco fue participando. Me dí cuenta que un motor importantísimo de esta participación fueron las niñas y los niños. Fueron los más pequeños los que comenzaron a habitar estos mapas con los pos it y conceptos, fueron ellos y ellas los que articularon la jornada e invitaron con su acción a los adultos a hacerse parte de ese ejercicio.
El resultado fue notorio para todos. EL mapa de la comuna de Colchane se vio totalmente empapelado por pos it de distintos colores; por distintas ideas, dibujos, conceptos. Al mismo tiempo que de Las Quintas y el de Pozo Almonte casi no fueron considerados. De esta manera yo y ellos mismos vieron reflejado en esos pedazos de papel que su cultura es la cultura del altiplano. A pesar de que hayan sido erradicados a nuevas tierras urbanas, ese mismo territorio que habitaron sus abuelos, es el que los mueve, los identifica y los construye día a día.
Hoy definimos con el grupo que es en esta cultura donde tenemos que concentrar nuestra atención, porque este es un trabajo de identidad territorial, y si bien habitan una toma en las afueras de Poso Almonte, su identidad territorial está vinculada a los pueblos donde no residen diariamente, pero que también son habitados, vividos, transitados. Hoy definimos de mutuo acuerdo entonces los contenidos, los procesos, los horarios y también planificamos posibles resultados.
Lo importante de esta residencia entonces se vinculará al apego a las costumbres y tradiciones ancestrales. A pesar de los cambios de territorio, a pesar de que el estilo de vida podría parecer a simple vista tan urbano, hay algo que va más allá del espacio en donde habitan, su devoción a lo espiritual o a lo que los rodea, que es parte de la esencia pura de la cultura Aymara. Hoy partí llena de frustraciones y el trabajo me hizo terminar la jornada recargada de energía y llena de esperanzas.