Desde el primer día que llegamos a nuestra casa en el Valle de Lluta, nos recibieron algunos compañeros que estuvieron presentes todo el período de nuestra residencia: los gatos.
No podemos dejar de hablar de ellos porque fueron los protagonistas de muchos episodios durante nuestra estadía en Lluta. Comienzo desde el principio: recordamos que primero llegaron dos gatas, al parecer del sector pero sin dueño específico, se acomodaron en la casa al ver que los restos de comida eran para ellas. Eran madre e hija, a la más vieja le pusimos el nombre de Abuela y la otra le pusimos Lucía. Al poco tiempo nos dimos cuenta que ambas estaban embarazadas, al parecer de un gato blanco que siempre andaba en busca de las hembras. A este gato le pusimos “el pandillero”, por su pinta de gato malo, ya que estaba sucio, con cicatrices de peleas y hasta le faltaba el pedazo de una oreja. La vecina nos contó algunas historias del pandillero, que cuando era pequeño lo intentaron matar tirando al río, pero alcanzó a escapar y sobrevivir, es por eso que entendimos que el tema de los gatos en estas zonas rurales es muy complicado, ya que nadie se hace cargo y muchas veces no los esterilizan, matando a los gatos chicos cuando nacen como solución. Entonces nos propusimos que cuando las gatas tuvieran sus hijos los íbamos a regalar en Lluta o en Arica, intentando encontrar alguna familia responsable que les de un hogar.
Pasaron los días, hasta que una de las gatas parió, dos semanas después parió la otra: en total habían 8 gatitos chicos. Como eran madre e hijas los criaron juntos, los metieron a un horno de barro antiguo que había en el patio para protegerlos del frío.
En total habían 10 gatos en la casa, pero además llegaban algunos gatos que le decíamos “los extras”, ya que no estaban permanentes, pero aparecían de vez en cuando. Ya nos sentimos un poco invadidos, pero de todas formas les compramos comida para ayudarlos un poco a sobrevivir. Hasta que un día la Lucía se enfermó, llegó herida y no se quería acercar a los gatos chicos. Es así como la otra gata se hizo cargo de los 8 gatos y eso al parecer le causó un estrés, ahí fue cuando metió todos los gatos al entretecho. Toda esa noche lloraron sin dejarnos dormir, al otro día el Nico se tuvo que meter al entretecho, luchando contra las arañas y la caca de ratón, llegó hasta donde estaban los gatitos y los pudo sacar. Nos pusimos en campaña para que alguien adoptara a los gatitos chicos.
Tuvimos la suerte de conocer a una señora que estaba con problemas de ratones en su casa en el sector de Linderos, ella quería que le regalaremos a una gata con todos sus hijos, es así como se fue la Abuela con sus 4 hijos al campo de la señora, un mes más tarde la fuimos a visitar y estaban todos los gatitos muy bien cuidados por ella. Los otros gatitos los pusimos por facebook en un grupo animalista de Arica y los llevamos a una jornada de adopción donde adoptaron solo a dos de ellos. Finalmente quedaron dos gato chicos y la Lucía en la casa, les contamos a los dueños para que ahora ellos les compren comida. A pesar que, sobre todo a mí, me da mucha pena irme y no ver más a los gatitos, quedo feliz de haberles encontrado casa a la mayoría y espero que los que quedaron ahí los cuiden y les den comida.