Pesé por la desconexión que se vive en estas localidades, don Dagoberto Mamani nos dijo: todos los pueblos están conectados por sus caminos troperos. El día domingo 28 realizamos junto a él una antiguamente concurrida ruta tropera, que los comunicaba con el pueblo de Sahuara, un oasis de las tunas y el tumbo, gracias a la vertiente que abastece el pueblo de agua, y que permite que sus tierras sean fértiles en medio de los áridos cerros.
Iniciamos el recorrido a las 8:00 am. El que nos tomaría entre 4 y 5 horas aproximadamente, en Sahuara estaría esperándonos la señora Peregrina Condori, que tiene su chacra en Esquiña, y su hogar en Sahuara, acostumbrada a esta dinámica de recorrer con frecuencia el camino tropero, además de ser la única usuaria actual de este camino ancestral.
La subida comenzó por el calvario de San Pedro, pasando por quebradas, ríos secos, apachetas, corrales prehispánicos, ascensos principalmente, donde pudimos experimentar el cambio de paisaje debido a la altura, ya no abundaban los cactus candelabro, si no otra especie endémica característica de ese piso ecológico. No fue fácil seguir el ritmo de don Dagoberto, pese a que hace años no recorría estos caminos, fue notorio su dominio en la ruta, y cómo fueron aflorando las historias a medida que avanzábamos. Hubo dos historias que marcaron el recorrido, una fue a mitad de camino, donde se apreciaba en plenitud el cerro Sanchiza, que es el malku de los pueblos que lo rodean, don Dagoberto nos comentaba que se decía que era un cerro que albergaba grandes yacimientos de oro, pero solo es entregado a quienes hacen un pacto con el cerro, hasta ahora nadie ha podido explorarlo. También nos comentaba que el cementerio de Esquiña era el que albergaba a los fallecidos de las localidades aledañas como Sahuara, y los familiares con sus difuntos debían recorrer la ruta tropera, cargando en un burro a la persona fallecida, parando en algunos sectores para descansar, de hecho la ruta cuenta con varios vestigios de asentamientos temporales, donde las personas en tránsito de refugiaban durante la noche junto a sus animales.
Luego del extenuante recorrido llegamos a Sahuara, la señora Peregrina nos esperaba con un exquisito juego de tumbo, tunas, y maíz tostado para reponer energías, posteriormente nos mostró la iglesia de la localidad, que es una de las pocas que no está restaurada, lo que fue una experiencia muy linda, por que pudimos apreciar el paso de los años en su estructura. Llegamos a Esquiña a las 8 pm. felices de haber experimentado los relatos que aún hacen eco en la memoria colectiva de la gente.