Durante la semana estuvimos realizando entrevistas a algunas personas de Illapata, en relación a los caminos troperos y sus dinámicas, los que como ya hemos mencionado antes, son parte de la vida de cada persona que vive en las localidades. Afortunadamente vemos que las personas que habitan el Valle de Esquiña muestran entusiasmo en participar de este relato colectivo, aunque no todos se sienten muy a gusto frente a una cámara.
El día martes estuvimos con la señora Silvia Challapa, que siempre nos recibe en su casa con mucha amabilidad, y nos cuenta sobre las vivencias en dichos caminos, cómo los comenzó a transitar desde su infancia, cuando su padre no le permitió seguir estudiando y la envió a pastear. Su recorrido principal era entre la localidad de Tanca y Cundumaya, en este trayecto pasaba por lugares como el tranque Caritaya, Amullo y “El mar rojo” (Laguna Roja). En visitas anteriores le habíamos comentado que queríamos hacer un registro de su interesante relato, nos dijo que no le agradaba el hecho de ser grabada, para no forzar la situación no quisimos insistir y mientras pensábamos en proponer un registro escrito de su vivencia, ella accedió y nos citó al día siguiente para realizar la grabación, de la cual pidió que solo sea en audio. Luego de registrar el relato, nos dijo que le gustaría llevarnos a recorrer parte de algunos de los caminos que ella habituaba, a lo que accedimos encantadas en cuanto ella disponga de tiempo libre.
Aprovechando la estadía en Illapata, visitamos a la señora Eugenia Calizaya, que aún se dedica a esta dinámica pastoril, la encontramos cuando estaba saliendo de su casa a ver sus corderos en el sector de Cundumaya, así que decidimos acompañarla en su recorrido, mientras nos contaba sus vivencias por los caminos troperos. Nos sorprendió su desplante frente a la cámara, incluso nos habló un poco en aymara.
Nos comentó que ella siempre ha sido muy feliz recorriendo los caminos, es una persona muy agradecida, también nos comentó que nunca sintió miedo andando sola de noche porque además es una mujer de mucha fe, lo que queda claro a medida que avanzaba su relato. Nos dijo que lamentaba que sus hijos no puedan recorrer junto a ella los caminos, porque ahora es muy difícil que los jóvenes que están en la ciudad realicen estas dinámicas. Y que actualmente debido que la gente ya no “trajina” la huella se está perdiendo.