Seguimos tejiendo el cerco y para ello, nos encontramos una vez más con Maulikan por la mañana, bien temprano, para ponernos manos a la obra con ello. Llegamos con las varas, palas, entre otras herramientas, y empezamos a trabajar. Esta vez la atención se centró en el cerco Rebellín, aquél que se forma con varas paradas y enterradas, las que luego son tejidas con boqui. En este caso, usamos varas de arrayán, luma y avellano con diversos largos que fuimos intercalando para así combinar los colores de las maderas y generar una propuesta estética.
El tejido lo hicimos realmente a la antigua, sin uso de clavos ni nada por el estilo, sino solo pasando entre estacones y varas el boqui que Don Lopo, el mayor de la comunidad, iba enlazando.
La jornada como siempre fue de disfrute. Bebiendo mate, comiendo dulces, comiendo pan y con muchas risas. Maulikan es una comunidad alegre que transmite buena energía. Don Lopo, uno de los pocos hombres que fue ese día, tomó la batuta y mostró toda su experiencia y conocimiento para hacer el cerco, sin embargo, le costaba entender la parte estética que habíamos hablado y que, con las mujeres, las chicas de Maulikan, estábamos creando. Así que, entre equivocaciones y correcciones sobre cómo hacerlo, entre risas y algún que otro azote con el boqui sobre quienes estábamos tejiendo, sosteniendo varas y dirigiendo, tuvimos que tejer y destejer la madera hasta que, tras unas cuantas horas, conseguimos tener nuestro Rebellín.
Tras ello, comenzamos el de Fagina al lado, el cual esta vez dejamos sólo iniciado. Y, nos organizamos para el próximo encuentro que será en horario escolar para que las y los niños del jardín y del colegio puedan vernos tejiendo.