Seguimos tejiendo.
Esta vez realizando el cerco llamado Fagina que justamente consiste en trenzar, en tejer vara con vara como un telar. En este tejido en madera, los estacones funcionan como urdimbre y las varas como trama. Los colores son los propios tonos de las diferentes maderas y según eso, fuimos diseñando nuestro cerco, como un witral, sólo que más duro y al aire libre.
Ahora bien, a diferencia de las otras jornadas de tejido del cerco con Maulikan, en esta ocasión tuvimos compañía lo cual formaba parte de nuestros objetivos. Por un lado, invitamos a las niñas y niños del jardín y del colegio, para poder contarles, mostrarles y así enseñarles la historia, usos y formas antiguas de cómo hacer un cerco. Lamentablemente del jardín sólo nos pudo acompañar Marlene, su directora, y una de las tías, puesto que el día que nos juntamos justo hubo paro de funcionarios, así que sólo estuvimos con lxs niñxs del colegio. Aun así, fue muy gratificante contar con esta visita, con las preguntas y comentarios de ellos. Por otro lado, invitamos también a la Seremía Regional por lo que Cristina llegó temprano a acompañarnos y a compartir con la comunidad. Fue una jornada provechosa, en la que finalizamos nuestro tejido en madera y empezamos a organizar la presentación del mismo.
La verdad es que en esta oportunidad fue la señora Maritza como presidenta de la comunidad, quien manifestó el deseo de hacer una inauguración y presentación con comida de nuestra obra. A mí la verdad que cada cosa que ella o las otras chicas de la comunidad (Angélica, Jacqueline, Eliana, Mabel, Gloria) plantean, me emociona. Son mujeres con fuerza, con ganas, con memorias que quieren enseñar y transmitir a las nuevas generaciones. Así que, partimos todas juntas, Cristina incluida, lista en mano de alimentos a preparar para ese día y lista de invitados (que hicimos el otro día la señora Maritza y yo en su casa), a hablar con Marlene y las tías del jardín para empezar a coordinar y poner fecha a la actividad. Entre broma y broma organizamos parte entonces de lo que será ese día, al cual como siempre la directora accedió con muy buena disposición. Lo único triste de la jornada (además de la falta de lxs niñxs del jardín), es que por segunda vez en las últimas dos semanas la comunidad de Maulikan y lxs vecinxs del sector estaban de luto y, ese mismo día, había funeral por un familiar de algunas de la comunidad. Sin embargo, el empuje y compromiso con nuestra obra, con nuestro cerco, con su historia, hizo que como siempre es con Mualikan, ésta fuese igualmente una jornada con calor de hogar. Un tejido de maderas y conocimientos, un tejido de risas, de aprendizajes y transmisión de saberes en el que confluyeron generaciones, enlazando, urdiendo.