Hace unos días tuvimos una tarde intensa de trabajo con un grupo de mujeres del Centro de Madres del paradero 9 1/2 del Cerro La Cruz. Les propusimos practicar la técnica del collage para intervenir portadas del diario La Estrella de Valparaíso. Todo esto para ser expuesto en la inauguración del Kiosko el próximo 20 de diciembre.
Cuando aún el trabajo no empezaba, la Nilda, una de las vecinas que participa de esta sede social, nos invitó a la Rucia y a mí a ir a su casa, tenía algo importante que mostrarnos. Después de ver su jardín que se desplegaba cuál terrazas incas, entramos y nos mostró sus tesoros: dibujos, pinturas, poesías y collages sobre cartón. Todos eran sobre el cerro, flores y caballos, todos creados por sus manos. “Esto comencé a hacerlo cuando me quemé«, declaró, «dos veces», recordó, y yo, tontamente, la miré fijo para tratar de encontrar un rastro, y seguí mirando sus brazos, hasta que entendí que usaba esa expresión para recordar su casa incendiada, y claro , seguro que si se me quema la casa es lo mismo que se me incendie el cuerpo.
La Nilda es la mujer mayor más creativa que he conocido el último año, con una capacidad increíble de convertir cualquier tarro en un regalo amoroso. ¿Cómo no va a ser gozoso este trabajo? ¿Cómo no va a valer la pena una tarde donde mujeres desconocidas te confían sus historias de hijos muertos y sueños premonitorios, mientras tomamos once, cortamos y pegamos papeles?.