El Sábado pasado llegó la Soledad, una compañera bailarina que estará colaborando a lo largo del proyecto. Ese mismo día partimos a Llaguepulli, la comunidad rural a la cuál nos cambiaremos a vivir este viernes. Vamos a visitar unas cabañas y caminamos largamente, mirando los campos y el comienzo de la primavera. En los caminos de tierra nos vamos encontrando con las plantas medicinales que abundan a los costados: boldo, matico, llantén, canelos… Y entonces, cada día que pasa, valoro más el acto de caminar.
En Llaguepulli, en la escuela rural Kompu Lof, donde trabajaremos estos meses, había un bingo dieciochero para juntar fondos para la misma escuela. Los premios son un saco de harina, una canasta familiar, un calentador de agua, cosas esenciales para la vida, que son donadas por la gente de la misma comunidad.
Cuando termina el bingo, vamos a visitar a una familia en medio del campo, donde el cielo está estrellado casi por entero. Pati, nuestra amiga de Hualpin que nos ha acogido en estas fiestas, nos dice que habrá baile. Y aunque finalmente no bailamos, conversamos mucho, compartimos, y nos sentimos afotrunados de haber llegado allí.
El resto de las fiestas, nos ahuachamos donde Pati y la señora Carmen, que nos hacen sentir en familia y nos abren las puertas de su casa y de su vida.
Hoy, primer día, después de la fiestas, nos dedicamos a hacer puerta a puerta y difusión de nuestra once de cine del día Viernes. A la hora de almuerzo, vamos a una mateada del adulto mayor y en la tarde visitamos a la señora Meche. Hablamos y grabando, abriendo la memoria, los recuerdos y los detalles de la casa que la señora Meche nos va mostrando y nos deja.