BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: El lugar de mis cuerpos Teodoro Schmidt, La Araucanía - 2017 Residente: Centro Cultural Teatro Container
Publicado: 15 de septiembre de 2017
Mateada y vistas

Ayer por la mañana me dediqué a caminar y hacer algunos planos fijos del pueblo. Fachadas de las casas antiguas y algún que otro negocio. Por la tarde, me reuní con una agrupación de señoras de la tercera edad. Me tocó una mateada y una tarde de empanadas. Todo lo que hicimos fue conversar, comer y tomar mate, mientras yo preguntaba acerca de sus memorias en relación al tren. No saqué la cámara en ningún momento, sino que fui, una por una, preguntándoles sus nombres, dirección y teléfono. Les dije que al día siguiente visitaría a alguna de ellas, por sorpresa, si estaban dispuestas a dejar pasar a un desconocido a su casa. Las señoras fueran todas muy amables y no pararon de ofrecerme comida. Así es que hambre no pasé.

Hoy por la mañana escribí un poco, di una vuelta por el pueblo, me tomé un café y trabajé un par de horas en el computador. A mediodía fue el desfile de fiestas patrias en la plaza del pueblo. Desfilaron colegios, bandas, clubes deportivos, talleres de arte, bandas militares juveniles, profesores de la escuela, funcionarios del consultorio, bomberos, huasos y hasta un club de autos enchulados. Todo era muy formal y la gente estaba expectante. Andaban muchos niños vestidos de huasos y de chinitas y los padres filmaban videos y sacaban fotos, llenos de orgullo. Yo, por mi parte, hice algunos videos, pero sobretodo miré. Comí una empanada por ahí, conversé con un bombero, con el dueño de un auto enchulado y luego me senté en la plaza. Había cientos de niños y padres y la gente parecía feliz.

Después de almuerzo, fui a visitar a la señora Carmela. Nos sentamos en su living y ahora sí, prendí la cámara. Hablamos sobre su pasado en el pueblo, sobre los lugares que recuerda y que son importantes para ella. Sobre sus achaques, sobre sus dolores. Cómo ya les había contado a las señoras el día anterior, nuestro plan es hacer un club de cine junto a ellas y, paralelamente, ir filmando sus propias historias. Sus recuerdos, o las imágenes que forman parte esencial de su vida. Partiremos con esto la semana próxima. Mientras tanto, iremos yendo a sus casas y conociendo de sus vidas poco a poco. Lo que ellas quieran contar, lo que ellas quieran que veamos, y lo que nosotros preguntemos o podamos sugerir, son las imágenes que iremos descubriendo juntos.

Finalmente, al acabar la tarde, fui a visitar al zapatero del pueblo, pero no lo encontré. Entonces, decidí hacer planos en el río que bordea al pueblo, al atardecer. Y luego se hizo de noche. Y aquí estoy, escribiendo.

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