Ayer seguimos con la difusión de la actividad de hoy. Casa por casa, contándole a la gente que todas las semanas nos reuniremos en el cine, para compartir una once y hablar sobre el pasado del pueblo de Hualpin (donde el cine es entonces un detonante, o excusa, para compartir y recordar nuestra propia historia)
Luego, en la tarde, visitamos a la señora Teresa y Don Segundo, quienes nos hablan sobre las épocas del tren, antes de que desapareciera y se llevaran las vías férreas.
Desde ahí aparecen historias personales y comunes: tragedias, dolores y alegrías que viajan del presente al pasado con la facilidad con que nos vamos pasando el mate. Recorremos fotografías de la casa, el huerto, los tejidos…
Hoy, en el cine, a partir de las experiencias anteriores, donde el público ha sido predominantemente infantil, decidimos exhibir una película de animación: El viaje de Chihiro, de Miyazaki. Llegaron más de cincuenta personas y nos faltaron sillas. Al final de la película, eso sí, poco tiempo hubo para hablar. Ésto es algo que nos estamos re-planteando, en cuánto a la duración de los filmes. ¿Cómo generar una instancia de encuentro donde haya más diálogo y no seamos sólo espectadores del cine?
Luego de terminar la película en la biblioteca, hicimos nuestras maletas y nos trasladamos a la comunidad de Llagepulli, donde llegamos hace algunas horas. Aquí, a diferencia del pueblo, el el cielo está completamente estrellado.