Como es de costumbre, los días miércoles nos tomamos la Plaza Oasis, en esta ocasión realizamos una jornada de intercambio de conocimientos entre las mujeres que se integraron a las actividades el mes de enero y las que se han ido integrando estas ultimas semanas. Los textiles convocan y el interés por experimentar con nuevas técnicas atraen a mujeres que vienen sin ningún tipo de conocimiento previo. Las más de 15 puntadas de bordado tradicional chileno, mexicano y peruano fueron compartidas a través de un proceso amoroso en el cuál se va olvidando el pasado y se van acortando distancias entre personas que no interactuaban antes debido a diferencias políticas y sociales.
A través de la generación de un diálogo informal, indagamos en colectivo sobre la percepción visual de su comunidad a partir de sus memorias del territorio y de la observación del entorno cultural y natural, para reconocer y generar una lista de identidades, conflictos, abundancias y carencias para transformarlas en íconos y dibujos simples.
Este proceso se realizó en conjunto con los niños y niñas quienes de alguna forma se cuestionaban, dilucidaban y concientizaban de su realidad y existencia en el territorio, proceso que por primera vez vivían en conjunto con los adultos.
Por primera vez los niños y niñas tuvieron la posibilidad de expresarse y ser escuchados, sus mensajes fueron escritos sobre cartón piedra ayudados por los adultos, y posteriormente fueron intervenidos con colores de forma colaborativa entre ellos, proceso tampoco nunca antes experimentado, ya que en la escuela y en el hogar no se generan procesos de creación artística colaborativa, sino más bien individuales y de cierta forma competitiva e introvertidamente.