La institucionalidad cultural puede ser vista como un aparato que funciona de manera concéntrica y también excéntrica. Ser un artista residente en el ámbito colaborativo es parte de ese brazo excéntrico del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Un consejo que intenta cubrir el territorio nacional con los brazos oxidados de funcionario públicos concéntricos. Pegar un mapa de la región en la pared de la oficina no basta para conectar las tareas del departamento con el territorio. Visitar por quince, veinte o cuarenta minutos una localidad apartada para conseguir la foto que satisfaga el apetito de la plataforma tampoco. Parecen perogrulladas, pero a 75 kilómetros al sur de Puerto Natales, en la Villa Seno Obstrucción, el aislamiento que se intenta romper con la construcción de caminos por los cerros, se consolida en la falta de presencia de las autoridades, organizaciones y, por supuesto, de funcionarios públicos. Toda relación que se precie debe cumplir con aquellos compromisos mínimos adquiridos u ofertados. No basta con que un artista permanezca en una localidad e intente integrar una acción comunitaria, el esfuerzo debe ser mayor. Estoy convencido de que no existe localidad aislada si sus intereses, necesidades, básicas en algunos casos (agua potable en este específico), deseos y problemáticas son parte de la ruta de trabajo de las autoridades, organizaciones y funcionarios públicos del aparato estatal. En Chile adolecemos de comunidades aisladas, completamente interconectadas, porque no son parte de las labores de aquellos funcionarios, organizaciones y autoridades cuyos intereses no son sociales sino económicos y que no actúan por vocación sino por mandato.
Un estado que construye caminos no es un estado que conecta, para muestra un botón: Seno Obstrucción. Ha sido una semana en la que hemos constatado con impotencia lo indigno de algunos servicios públicos, ausencias injustificadas y olvidos programáticos pueden ser pan de cada día en el vertiginoso acontecer concéntrico, pero en el contexto de la excentricidad, estos olvidos y ausencias solo aumentan la sensación de abandono, consolidan la idea de que el estado no habita su territorio y de que en Chile no todos los chilenos tenemos las mismas garantías respecto de los mismos derechos.