Hay un afán por cerrar las cosas, por darle término a una cadena de acciones cuando me parece que el flujo debiese ser continuar.
No, la cosa es cerrar.
A veces ese cerrar puede terminar siendo un corte. Un corte radical.
Nuestra jornada es de trabajo, no de cierre, cosa que es muy difícil de conciliar con los funcionarios que visitan la localidad y que al parecer disfrutan de los cierres, tanto que a veces los transforman en cortes.
Pareciera ser que lo importante es sacar la cuña, hacer la foto, volver temprano. Si es necesario, para eso, alterar el funcionamiento propio de la comunidad, pues da lo mismo, ya que lo importante es: El cierre. Ese corte es violento, molesta, interrumpe y genera distancia. Las actividades tienen por centro a los habitantes, no a los visitantes, si los visitantes desean participar deben entender la dinámica.
Parecen perogrulladas, pero hay que señalarlas, seguir tan pendientes del “producto”, cuando hemos intentado acentuar el “proceso” es desandar camino. Aquí me preguntó: ¿Dónde está la desconexión?
Cortamos la cinta del Rancho de Casquero, compartimos el libro y las postales, para poder conocer cómo va a salir de nuestra localidad esta primera pata de la recolección de relatos propios de Seno Obstrucción.
La residencia de arte colaborativo ha sido un puntapié inicial, tres de las vecinas ya están trabajando en continuar recopilando relatos, si no reciben apoyo de la autoridad, tendremos un desperdicio de recursos que lamentaremos en el futuro cercano. El Rancho de Casquero es también un primer paso para la creación de una serie de construcciones que serán parte del Centro Comunitario, si no se articulan con los programas disponibles aumentaremos el derroche. La recuperación de la casa amarilla, ex escuela, hoy abandonada y que nos hemos tomado como galería fotográfica es también una acción inicial, no de cierre, menos de corte, si no se incentiva el trabajo comunitario, habremos hecho otra vez del proceso una excusa para tener una cuña y foto de cierre.