Por la tarde en Cardonal, visitamos a un artesano de la costa al que llaman Don Cheño, a él lo pudimos conocer a través de las artesanas tejedoras, dentro de nuestros múltiples encuentros y conversaciones salió a la luz que ellas sabían y conocían a uno de los últimos hombres tejedores que aún estaba activo en el tejido a palillo, él es casi uno de los últimos que se dedican a este oficio. Quisimos conocer más a Don Cheño, sobre el tejido y su pensamiento sobre esta tradicional técnica con lana de oveja. Hoy entre flores, brisa marina y el sol, Don Cheño con sus 4 palillos y un ovillo de lana de oveja blanca natural nos recibe entre risas, ya que habíamos tenido unas conversaciones previas con él y entre bromas nos dice que “andamos puro leseando”. Caminamos a un monte cercano, el llevó su banca para sentarse y comenzó a crear puntos en 3 de sus palillos por separado y con el cuarto palillo sin puntos comenzó a tejer el borde de un calcetín, dándose el tiempo de explicarnos los primeros pasos a seguir para comenzar a dar forma a un calcetín, nos decía y repetía “un revés y un derecho, un revés y un derecho, ve si es facilito”, entre que nos explicaba los pasos también nos habló un poco acerca del tejido y la época de antaño, que los antiguos tejedores ya no existen, que murieron de viejitos dice, y la nueva generación a la cual el pertenece, los tejedores a palillo, son contados con los dedos de una mano. También nos cuenta que la temporada en la que él se dedica más al tejido son los meses de invierno, pero que últimamente ha dejado de tejer por que los calcetines hechos de lana de oveja no son muy valorados en estos tiempos y ha preferido dedicarse a hacer artesanía en conchita que el mismo va a recolectar al mar en el invierno. Nos quedamos mirando el tejido y tratando de aprender a hacer un calcetín, Don Cheño dice que es fácil pero requiere de paciencia y concentración, vemos que el tejer es como una forma de meditar.