Según estudiosos y estudiosas del patrimonio, la valorización del patrimonio industrial es tripartita. Se le puede valorar desde su condición de recurso (la materia prima desde la cual trabaja), la memoria del lugar (donde se emplaza) y la seña de identidad que genera para quienes trabajan allí[1]. Si bien la IANSA anunció su cierre recién este año, e incluso sigue (pareciera ser) en funcionamiento, cabe preguntarse en el marco de esta residencia qué pasa con esa valorización ¿Existe? Ser iansino ¿significa algo más que haber trabajado en la empresa? ¿Cuál empresa? ¿La que se creó en 1953 o la que se privatizó en 1983? ¿La de antes o después de la dictadura? ¿Qué significa la IANSA para los, las, les habitantes de la población Yerbas Buenas? ¿Para quién? Para Luisa Peña, dirigente Sindical de la empresa y presidenta de la junta de vecinos de la población desde tiempos inmemoriales. Para Ramón de Proyecto Rama, quien frecuentaba la población de la IANSA de pequeño, invitado por sus amigos e incluso infiltrado allí en el conjunto folclórico exclusivo de la empresa. Esa que nació estatal pero que luego de su privatización conservó hasta el último día esa noción de que sus beneficios laborales eran privilegios de la empresa.
Para detonar esta pregunta por la identidad y la memoria que invoca este vecino de la población -futuro elefante blanco deshabitado o quizás, como muchos anuncian, nuevo mall de Linares- el recurso audiovisual se presentó como una posibilidad muy llamativa. Considerando las redes de amistades y agentes culturales que hasta hoy habíamos construido.
¿Y si impulsamos un cineclub en Yerbas Buenas?
¿Y si le hablamos a Felipe Felina?
¿Y a la gente de Yerbas Buenas le interesará el cine?
¿Y dónde ve cine la gente de Linares?
El encuentro de este jueves 13 de diciembre se venía tejiendo como desde hacía un mes. Cada ingrediente se empezó a trabajar por separado y sin saberlo terminaría confluyendo en esta fecha anti-triscaidecafóbicos.
Una tarde fuimos con la Consu al teatro municipal y nos sentamos a conversar con Felipe Saldaña, creador del FELINA (Festival linarense de cine nacional), un soñador como nosotros que no escatimó en fantasías de lo que podríamos llegar a hacer juntos. Empezamos hablando de un cineclub en Yerbas Buenas que después se convirtió en un cineclub itinerante por los barrios de Linares, que fuera coleccionando personas interesadas en el cine y que se pudieran convertir en apoyo del Felina y gestores de la cultura audiovisual en los barrios. Proyectaríamos Dulce Patria en Yerbas Buenas, película que se había proyectado también en la reciente edición del festival. Dulce Patria es un documental que narra desde la nostalgia de quien vivió en la población edificada dentro de la IANSA, cómo el declive la empresa arrastra consigo el bienestar de quienes tejieron una vida alrededor de esta pequeña población. Además, a Felipe se le ocurrió que podríamos invitar a Claudio Hermosilla, su director, que gustoso, aceptó venir.
Por esos mismos días nos vimos involucradas con la IANSA de varias maneras. Por un lado, conocimos a don Mario Salinas, personaje que sería clave para lo que pasaría después. Por otro lado, estuvimos recorriendo las ruinas buscando pedacitos de baldosín de cerámica que nos sirvieran para hacer un mural de mosaico en el sudaca tropical. Agendamos la proyección de la película para el jueves 13 de diciembre a las 21 hs, y decidimos complementar la tarde con dos actividades con la comunidad que iniciaron más temprano: una tenía que ver con continuar la experiencia de reciclaje de poleras Embolsa2, que consiste en transformar camisetas en bolsos y la otra decidimos llamarla DULCE CINE PRODUCCIONES que consistía en hacer, a través de stop motion, una película con niños y niñas de la población acerca de lo que sabían y proyectaban alrededor de la IANSA.
Ese mismo día después del almuerzo, nos fuimos a las dulcerías y confiterías a conseguir dulces con formas divertidas que pudieran usarse para el stop motion. Mariano muy genial, improvisó el set con una escalera, pusimos las máquinas de coser y ambientamos un poco para Embolsa2, preparamos un salón donde se proyectaría después la película. Desde las 17hs empezaron a llegar personas convocadas por las invitaciones que estuvimos repartiendo con la Consu por la población el día anterior. Llegó también la maravillosa Pilar, que de nuevo lideró la sesión de transformación de poleras en bolsos. Mientras ella y otras mujeres creaban y confeccionaban a partir de reciclaje textil, nosotras estábamos concentradas con el equipo de 8 niñ@s que llegaron con la intención de ser directores de cine por un día.
Impedir que los niñ@s se comieran los dulces antes de terminar la película fue el reto más grande, después de que Consu y Marian lograran a través del juego de los dados con figuritas, convertir sus saberes y especulaciones sobre la IANSA en una narrativa audiovisual. Nos turnábamos entre todos los roles que hacen posible el cine: camarógrafo, director, utilero, ambientador, seleccionador de personajes, movedor de piezas. Cuando les dijimos que podían comerse por fin alguna figurita, les perdimos bajo los efectos estimulantes del azúcar; todos terminaron corriendo y jugando adentro y afuera de la casa.
Pronto fueron las 21 hrs. y nuestra sorpresa fue bastante grande cuando empezaron a llegar personas más bien adultas, que luego nos enteramos que habían sido convocadas por el mencionado Mario Salinas por el whatsapp. Instalado el data y el sonido, Felipe introdujo a Claudio Hermosilla y a la película, Dante Galgani (director de Chaminade) trajo cabritas para que la sensación de sala de cine fuera más real; y luces, cámara y acción. La proyección de Dulce Patria fue no solo una instancia de reflexión para la comunidad sobre el contexto del surgimiento de la población Yerbas Buenas y su vecino directo: IANSA, sino un motivo para el encuentro o mejor dicho re-encuentro de varios iansinos que tomaron la palabra después del documental para expresar en lo que para nosotros constituye la prueba de la existencia de las nuevas masculinidades: el llanto, el sentimiento de cómo la IANSA determinó y transformó sus vidas y hoy las pone en jaque; desde lo laboral, lo identitario, o el sentido de la vida. “Para mí, la fábrica lo significa todo.” Es lo que escuchamos con frecuencia esa noche.
Al final de la jornada, nos fuimos a casa fascinados por la instancia de aprendizaje, co-creación, experimentación, encuentro y reflexión que habíamos tejido en esta colaboración. A ver si crece esta búsqueda por valorizar (o no) ésta historia y la que se viene para Linares y su desindustrialización.
Por Consuelo Banda y Alejandra Ruiz
[1]Cabe citar referencias biográficas en una bitácora? O muy raro? Aquí va: Benito del Pozo, Paz (2002). “Patrimonio industrial y cultura del territorio”. Boletín de la A.G.E. N.º 34, págs. 213-227