Hace dos meses estamos compartiendo esta residencia de arte colaborativo con niños y niñas, hombres y mujeres de estas localidades. Sus historias son conmovedoras y de una gran sinceridad. Vidas humildes, cortadas por nuestra desigualdad social, ancianos y ancianas que recuerdan su infancia en donde trabajaron largas horas, cargando sacos, lavando la ropa de los patrones, cultivando la tierra de sol a sol y con gran emoción, te cuentan al oído como un secreto que esperaban compartir; que no saben leer, pero con gran orgullo te suspiran… ya no al oído… que saben de números y conocen los dones de la tierra, del ciclo de las flores, del dar con el corazón y abrazarte con los ojos cerrados.
Él es Don Alberto, del Club del adulto mayor de Caracoles, que por primera vez cortó con tijera y cosió una tela…