En la Isla Quehui, como en muchos lugares del territorio de Chiloé, hay salmoneras. Nadie podrá olvidar el desastre ecológico que se produjo el día 4 de marzo de 2016, cuando la Dirección General del territorio Marítimo y de marina mercante DIRECTEMAR, autorizó a la Asociación de la Industria del Salmon de Chile A.G, a verter en el mar 9.000 toneladas de salmones muertos en la zona. Esto trajo consigo la masiva mortandad de la fauna y flora marítima, la imposibilidad de realizar labores de pesca artesanal, la convulsión social en Chiloé, bloqueo de puertos, etc. Pasado un poco más de un año, desde nuestra residencia situada en esta zona de devastación, podemos observar cómo la dieta alimenticia de las personas se vio modificada. Nos cuentan que antiguamente la gente pescaba, que los peces eran parte de la alimentación tradicional en la isla, pero que ahora nadie casi sale a pescar porque el mar está contaminado. Muchas personas en Quehui trabajaron en las salmoneras que aquí se establecieron, lo que generó un aumento en el capital económico de la isla, inversión en barcazas, construcción de caminos, mejoras para el pueblo. Sin embargo, y hoy se puede apreciar a simple vista, luego del desastre las salmoneras se fueron, dejando contaminación marítima, basura en las playas (bloques de plumavit, boyas plásticas y cuerdas son objetos comunes en las orillas), mucha gente desempleada y barcazas abandonadas, ya que la empresa en la cual habían invertido estos vehículos los habían dejado.
¿Qué come la gente hoy en Quehui? ¿Cómo generan su economía en una isla que está a dos horas y media de la ciudad de Castro, con una lancha que sale una sola vez al día? Además de las papas nativas, el ajo chilote y la carne de su propio ganado, el mar no les brinda una entrada económica estable. Aún se puede ver gente mariscando y sacando pelillo (alga que deja el mar en las orillas y que compran varias industrias, por ejemplo la cosmética). Si no trabajas la tierra y los animales, debes salir a trabajar en las salmoneras que aún existen en otras islas o embarcarte en buques mercantes. Quehui aún está resentida y sufre los coletazos de la presencia de estas devastadoras empresas que llegaron, lo absorbieron todo y se fueron, dejando a las personas con expectativas, los mares y playas sucios y una sensación generalizada de abandono.
Realizamos un lienzo de tela, sencillo, y mientras íbamos camino a instalarlo en alguna playa contaminada de la isla, presenciamos a un señor que estaba quemando espinillos (un arbusto espinoso que es visto como maleza). Al vernos se retira, y nosotros/as ponemos la cámara, instalamos el lienzo frente a este fuego y extendemos el texto. Mientras estamos aquí pasan embarcaciones pequeñas que nos gritan cosas: “¡no se alcanza a leer!”. Luego lo leen en voz alta, algo comentan, siguen mirando, la lancha sigue avanzando y se va. Nos quedamos en medio de la playa con el silencio del lugar, solo el ruido de los espinillos secos que continúan consumiéndose en el fuego.