El día está cálido hoy a pesar de las nubes, ya comienza a sentirse la llegada tímida del próximo verano. Llevamos varios bidones con agua porque hoy teñiremos lana.
Cuando llegamos nos damos cuenta que la señora Flor trajo Matico para teñir lana, nosotres llevamos la piedra lumbre, un polvo que sirve para fijar el teñido y la olla.
Antes de comenzar a tejer, realizamos ejercicios para soltar y activar el cuerpo, circular y concentrar la energía femenina, situarnos y liberarnos. En círculo nos miramos las unas a las otras reconociéndonos, nos movemos y respiramos para oxigenar los hombros y cuello. Ya estamos un poco más relajadas. Nos damos y recibimos energía a través de las palmas, giramos hacia un costado y masajeamos a la compañera. Activamos piernas y ritmo, agrupamos y circulamos energía. Cada sesión hay más confianza a tocarse, hay menos pudor aunque es sutil el despliegue de confianza con el cuerpo que se hace muy notorio.
Sacamos los tejidos y las lanas que han traído para pesar, hay algunas mujeres que han avanzado bastante con el tejido, nos entusiasma muchísimo. Mientras sacan sus cosas, nosotros entregamos los estuches que les hicimos para que guarden sus materiales, están muy contentas con estas herramientas que les hemos dado y cuentan que siempre se dejan los materiales sueltos y se pierden a veces, entonces el estuche les es de gran ayuda. Mientras las mujeres se agrupan y entran en sus tejidos, nosotres vamos a buscar ramas y palos para hacer fuego, hervir el agua para teñir y tomar unos matecitos. Maritza nos enseña a hacer la cabeza con lana. Le preguntamos algunas cosas sobre la técnica del tejido redondo y ella nos responde: “el tejido te va diciendo”, el tejido expresa un lenguaje íntimo y fuerte entre la mujer y la lana, expresando cómo se va manifestando un estado interno en cada creación.
Está lista el agua con la yerba para poner la lana, la vertimos dentro de la olla hirviendo con el matico y la corremos del fuego intenso como nos indica Maritza, para que no se ponga dura.
Servimos unas galletas, mates, pancitos, lo que se haya traído por parte de todas, como cada sesión.
Cada semana se ve más definida la forma de trabajo de las hilanderas. El hecho de que puedan vender su lana a un proyecto artístico que las identifica a ellas mismas las empodera desde la idea de crear y gestar una economía autónoma grupal. Hacer valer su trabajo en todo ámbito las valida como artesanas, y las hace conscientes de la importancia de hacerse parte de una colectividad que apunta hacia una misma dirección: juntas son más poderosas.