Realizar el trekking a los Dientes de Navarino es la gran actividad deportiva y turística que cientos de extranjeros (principalmente) vienen a realizar a la isla. El circuito, de 5 días de duración, es bastante duro pero de una belleza extrema, siendo un recorrido de montaña entre quebradas y lagunas. A tod@s quienes les comenté que iba a intentar realizarlo e invité a sumarse al equipo de trekking y acampada, me miraron con cara de extrañeza ya que aún, me dijeron, hace demasiado frio para él. Además, el circuito no está bien delimitado por lo que es fácil perderse y era probable que la nieve entorpeciese. Aun así, fui a intentar realizarlo, preparada con todo el equipo de alta montaña y el material para acampar, la típica comida rápida energética y, mucha ropa térmica para soportar el frio de acá. Andrea Gómez me prestó algunas cosas, así que motivada, partí para allá. Sin embargo, no duré más de un día en él…
Tras subir el cerro bandera, que lleva este nombre porque en su cima flamea la bandera chilena, se ve todo Puerto Williams y el Canal Beagle junto a la majestuosa cordillera. Su altura, es de 610 msnm por un camino bien delimitado en medio de un bosque de lengas y coigües. Subirlo fue maravilloso porque pude ver, no sólo la impresionante vista de la isla sino que también, porque pude ver y sobre todo oír, un pájaro carpintero golpeteando los viejos troncos lo cual, era uno de mis sueños.
Después de hacer esta primera parada del circuito, seguí camino a los Dientes de Navarino que cada vez estaban más cercas pero ahí comenzaron los problemas. El camino tras seguir subiendo era una quebrada que bordeaba a lo lejos el río, bastante pronunciada y con vistas a la laguna Róbalo que estaba escarchada, un paisaje hermoso pero peligroso, que además estaba cortado por la nieve, que era bastante allí en las alturas. Mientras pasaba por el camino con carga, recordé las historias que me contaron antes de partir, advirtiéndome tener cuidado, pues hace un año una mujer española cayó en ese punto sin poder sobrevivir. Así que, tras horas intentando encontrar un camino alternativo lejos de la quebrada nevada que poder seguir, desde el que pude observar otra laguna totalmente congelada, así como un cóndor que nos sobrevolaba, al empezar el atardecer decidimos mejor volver.
Es verdad que me quedé con las ganas de poder hacer el circuito “Dientes de Navarino” pero, creo que es mejor cuidarse y seguir sana y salva. No sé si más adelante, cuando ya no quede nieve podamos en grupo y con un guía volver a intentarlo, si no, me quedo igualmente con la alegría de poder disfrutar de ese paisaje, de los dientes de cerca relumbrando, de haber podido sentir ese viento único bajo un rayo de sol golpeteándome la cara y sobre todo, de haber podido observar un cóndor y un carpintero a unos pocos metros de distancia.