“¡Al fin podemos irnos!” nos dijimos el miércoles 12 de octubre. En tres días preparamos el viaje: firmamos el convenio, fuimos a Meiggs a comprar materiales para los talleres y decidimos que con Cristian seríamos el grupo de avanzada de la compañía para iniciar la residencia. Ordenamos mochilas, compramos los pasajes, agarramos guitarra y charango, y partimos a la X región.
Nuestra primera parada fue Puerto Montt. Llegamos temprano en la mañana. Nos tomamos un tecito cerca de la costanera y después nos reunimos con los encargados regionales del CNCA y Servicio País. Nos cuentan que en Pilmaiquén hay gente ansiosa esperándonos y que hay muchas expectativas con nuestra llegada. Nos miramos nerviosos. Es la primera vez que la compañía realiza un trabajo de arte colaborativo y queremos hacerlo bien, lo mejor que podamos.
En la reunión preguntamos cómo llegar a Pilmaiquén o a Pilma como le dicen por acá. “Se toman un bus a Osorno y de ahí un bus rural. Le piden al chofer parar en la carretera y se bajan en una garita que está frente a un mural de colores”. Seguimos las instrucciones y llegamos a Pilma al atardecer. Es un pueblito pequeño y muy rural: dos calles principales, caminos de tierra sin un centímetro de pavimento y sin alcantarillado.
Nos encontramos con Marta, la señora que nos arrendará su casa hasta diciembre. “Qué amable ella, qué bonita energía tiene” comentamos. Nos muestra su casa y nos encanta: cabaña de madera, estufa y leña, desde una pieza se ve el volcán Osorno, en el jardín hay un manzano y un cerezo, en el patio del vecino unos niños juegan una pichanga y al otro lado se ven vacas pastando. “¡Qué bonito!” pensamos. Le preguntamos a la Martita qué pájaros son esos que revolotean por todos lados. Nos dice que son golondrinas y que Pilmaiquén significa justamente eso en mapudungún, “lugar de golondrinas”.
Nos instalamos en la casa. Hacemos fuego en la bosca y conversamos sobre lo que se nos viene, sobre la importancia de conocer con calma a los pilmaiquinos y generar confianza antes de iniciar cualquier trabajo, sin llegar a invadir e imponer proyectos como “los expertos”. Nos vamos a dormir contentos y con ganas de conocer a todos los habitantes de este pueblito y escuchar sus historias. “ESCUCHAR”, eso es lo más importante que vinimos a hacer acá.