Llego a Longaví desde Santiago, tipo 2:00 pm. Almuerzo en el Terminal, ya que el hambre era atroz y no conocía la ciudad… Grité: Dos completos sin vienesa por favor… y la señora se rió de mi un rato… Después de comer, me dirijo rápidamente con maletas y todo al colegio, ya que iba justo para la reunión con la directora de la Escuela de Los Cristales. Abordo del primer bus azul que llegó al terminal y partí hacía Los Cristales, 15 minutos de viaje me dejan fuera en el callejón de piedras que me conduce a la escuela.
La Directora, una mujer sencilla y muy amable, me dio un pequeño tour por su recién asumido colegio. En la tarde y aun buscando donde quedarnos hasta encontrar casa definitiva. Me consiguió por medio de la encargada de Servicio País Cultura en la zona, la posibilidad de conversar acerca de arriendos con unas vecinas del sector.
De inmediato al conversar con ellas, me hacen saber quiénes son: “Somos dirigentas de la zona y participamos en varias organizaciones comunitarias de Los Cristales”… ¡ésta es la nuestra! (pensé).
Las Mujeres que he conocido acá, ejercen desinteresadamente el rol de dirigentas, o por lo menos eso me inspira. Dirigen, se organizan y se empoderan de la mano de su territorio. Veo que están absolutamente conscientes de que son ellas el factor de cambio para su comunidad y que el arte es un integrante relevante, para el desarrollo de su entorno y su realidad. Esto me entusiasma y me desprejuicia, porque yo pensaba que cuando me enfrentaba a la realidad rural me encontraría con una realidad más pendiente de lo utilitario, menos sensible y emotiva, pero afortunadamente es todo lo contrario
GUSTAVO ADOLFO FUENZALIDA. ACTOR