Estábamos muy cansados como para resistir la ardua tarea de participar en un encuentro de escritores, se entiende, escuchar poesía y compartir como si el mundo se fuera a acabar. Pero apenas pudimos participar de las mesas de lectura y nos tuvimos que regresar rápidamente a dormir al hostal. Nos pesaban los días de trabajo al aire libre, cargábamos con síntomas de insolación mal cuidada. Fue sin duda y a pesar de nuestra escasa resistencia física, un ciclo de lecturas memorables. Una excelente calidad poética que muy pocas veces es posible escuchar. Nos reencontramos con viejos amigos y nutrimos nuestros lazos con artistas iquiqueños a quienes queremos comprometer para que visiten Santa Rosa. Entre los reencuentros: Luis Quezada, poeta y veterinario, que lleva algunos meses trabajando como fiscalizador en el GORE. No tardamos en explicarle la emergencia sanitaria que existe en la periferia de Alto Hospicio, donde estamos residiendo, producto de las sobrepoblación de perros que abundan en las calles y quebradas de los cerros.