Llegamos a la escuela, nos saludan les niñes y docentes que están por las dependencias del establecimiento; nos quedamos esperando aprobación del docente a cargo para la intervención de hoy. Unas niñas de segundo básico se acercan a conversarnos, participan del taller de danza de la escuela y nos piden que vayamos a verlas cuando tengan taller. Nos tratan de “señoras”, entre risas les pedimos que no nos llamen así. Curiosa pero no sorprendentemente nos dice una niña de inmediato: -Entonces, ¿ustedes no están casadas?- a lo que le respondimos: – ¡No, para nada! estoy casada con el viento- reímos todes, sin embargo les sorprende que no estemos casadas. Nos inquieta lo incorporado que tienen la relación mujer adulta = mujer casada (implica por consecuencia, heteronormada).
Se acerca a nosotres el maestro Ángelo, director de la escuela. Nos avisa que ya está todo listo para comenzar. Él decide acompañarnos en la sesión, cosa que nos ayuda a reunir más rápido la atención de las niñas y niños. Hay alrededor de 15 estudiantes hoy. Nos agrupamos en un círculo en el patio techado de la escuela, realizamos una serie de cambios, aparentemente al azar, de manera que quedamos intercalados hombres y mujeres en el círculo. Primero realizamos un juego llamado “El mensaje”, en donde una información debe llegar de un extremo a otro bajo el soporte del “boca a boca”, deformándose este en el camino. Captamos bien la atención de los y las estudiantes y logran entrar en confianza, reír y contribuir en el desarrollo del juego.
Luego de entregar alrededor de seis mensajes, pasamos a contactarnos desde las palmas, cerrando el círculo; hacemos unos ejercicios en círculo y luego nos quedamos haciendo contacto palmar solo con un compañero, quedando duplas conformadas por hombre-mujer. Uno guía y el otro recibe, luego cambio de rol. Cambiamos a contactarnos desde el hombro, luego nos juntamos con otra pareja, quedando una distribución espacial de tres grupos en el espacio, cada uno de 4 personas unidas por los hombros moviéndose sin despegarse de la zona de contacto.
Finalizada la actividad de contacto pasamos a una actividad de confianza en el grupo, cada grupo consta con la participación de un adulto, en resguardo y apoyo a la actividad, ya que cada une tendrá que, en el centro de su grupo, confiar y dejarse caer como “una tabla” (tono muscular activo en postura erguida y brazos pegados al cuerpo) hacia sus compañeros. En general logran entrar en la actividad, confiar en sus compañeros/as y disfrutar de la sensación de caer.
Por último, y dado que la confianza ya ha aflorado, realizamos una actividad de interpretación escénica de una situación dada, en donde les espectadores deben adivinar qué situación están interpretando los/las otros/as. Se da un tiempo de diez minutos para crear la situación y luego montamos las escenas. La actividad resulta muy bien, todes participan y quedan bastante entusiasmados.
Estando luego en la sala daremos nacimiento al nombre que nos representará y contendrá como colectivo. En la sala vuelven a sentarse con la evidente y habitual-natural división binaria, no deja de perturbarnos esa situación. Les entregamos sus capuchas y materiales a disposición como telas, pinturas, lanas, lápices, pegamentos; para que las terminen la confección de su personaje, colocamos música para que el ambiente de trabajo salga de la cotidianidad escolar.
Se les hace una introducción acerca de qué es la acción colectiva, explicando qué implica ser/estar en un colectivo de acción. Luego intencionamos una lluvia de ideas respecto del nombre que adoptaremos como colectivo; salen alrededor de diez nombres, en donde por un sistema de voto a mano alzada se elige el nombre con más adeptos. Nos llamaremos “Misterio: Colectivo de Acción Rural”. Tocan la campana, caras y miradas de aprobación, sonrisas nos dicen que hoy ya han entrado mucho más en confianza con la actividad y con nosotres.