Todas las mujeres y algunos hombres que participaron en los distintos procesos de la residencia experimentaron con la técnica de bordado, algunas de ellas nunca habían bordado y otras recordaban algunos conocimientos de puntadas adquiridos en la escuela. Entre mis conocimientos, sus recuerdos y lo que pudieron aprender por internet, mediante sesiones de bordado colectivo compartimos entre todes distintos métodos para hacer una misma puntada, creación en combinación de puntadas, y entre las participantes, horas de visita a la amiga o vecina para que le enseñara algo nuevo y poder compartirlo con el resto. El bordado significó la excusa perfecta para reunirse, para compartir, para dialogar, para aprender a escucharse y vincularse de una nueva forma a través de esta técnica milenaria. La posibilidad de expresar lo que sienten y piensan sin miedo o condicionamientos, un medio de liberación y discurso social, un método para quitar el estrés, producir concentración, meditación y por sobre todo una forma de producir felicidad, elevar autoestima, canalizar energías y producir una obra de arte experimental terapéuticamente.