Los últimos domingos de cada mes, el ferry, el mismo que trae la comida y las cosas a Puerto Williams desde Punta Arenas una vez a la semana, viaja a Puerto Toro llevando leña, víveres y objetos a las familias que viven allí, en el poblado más austral del mundo. Es un viaje subvencionado por el Estado, por tanto gratuito para cualquier persona que quiera ir hasta Puerto Toro y conocer este poblado que no tiene más de 25 habitantes como comenté tras mi viaje pasado, en septiembre, cuando el mar se puso picado.
Nos embarcamos a las a las 7:45 de la mañana para ir hasta allí y poder registrar este lugar y sus paisajes. Navegamos con Matías y Katerina bajo la lluvia por el Canal Beagle, llegando tres horas después a nuestro destino. Una vez allí, fuimos a todo aquello que sabíamos que había que “ver”, bajo una lluvia que cada vez aumentaba más y más sobre nosotros. Debo decir que nos mojamos harto. Aun así, estuvimos en los restos de trincheras, aquellas que se hicieron el año 78’ cuando casi nos fuimos a la guerra. Desde ellas podemos ver la Isla Picton, junto a Lennox y Nueva, las tres islas de la discordia que generaron las tensiones de esa época.
Puerto Toro, este antiguo fondeadero que fue el lugar de la “fiebre” del oro de fines del siglo XIX de este lado del mundo, es un lugar hermoso, de una naturaleza exuberante la cual tuvimos que disfrutar eso sí corriendo, porque la visita dura poco más de una hora, es decir, el tiempo en que los habitantes de Toro puedan recibir sus cosas así como cargar el ferry que en ese momento retira también la basura del poblado.
Tres horas de vuelta cruzando el canal bajo nuevamente la lluvia y las olas que se levantaban ya que íbamos viento en contra, nos dejaron de regreso en Williams, bajo un domingo frío y lluvioso en medio de la llamada primavera.