En el desierto hay que levantarse temprano si es que tienes que salir de tu casa para comprar, hacer trámites, ir al único cajero del pueblo o asistir a alguna reunión de coordinación, ya que cerca del medio día el calor y la radiación del sol es implacable. Necesito urgente unos nuevos lentes de sol y una gorra que me tape la nuca, sino terminaré ciego o negro como aceituna…
Esta semana volví a recorrer el pueblo para reconocer y resignificar los lugares en donde se desarrollan las prácticas culturales locales, los lugares y espacios importantes y de relevancia para la comunidad, como el cementerio del pueblo, la escuela municipal, la piscina semiolimpica temperada, la antigua estación de trenes de Baquedano que es Monumento Nacional, el vía crucis y su mirador, las canchas de fútbol, el skate park y el salón multipropósito de la municipalidad que convoca a las madres jefas de hogar del pueblo.
En Julio fotografiaba estos espacios que no me decían mucho, pero luego de las conversaciones y reuniones con la comunidad, estos lugares adquirieron sentido, significado y vida propia para mi construcción mental del territorio en el cuál habitaré.
Estos días me reencontré con mucha gente que había conocido en mi primera visita a Baquedano en julio, compartí desayuno con las integrantes del taller de carpintería del municipio y entre conversa y conversa retomamos la idea central de la residencia de arte colaborativo y las posibilidades de una creación en conjunto, aunque fueron categóricas en decir que si a la gente no le pagan por su colaboración nadie va a trabajar, menos si la convocatoria viene del gobierno. Les agradecí su franqueza y el interés de dos mujeres en participar de la experiencia. Posteriormente me reuní con la encargada del Programa de Empleabilidad de la Municipalidad de Baquedano, Andrea Díaz, muy empática y resolutiva quien convocó a más de 25 mujeres de los diferentes talleres para una reunión el viernes 7.
Aquella mañana tuve una concurrida asamblea de mujeres y niños, luego del desayuno comunitario nos reunimos a conversar sobre la idea de hacer una obra de arte colaborativa en Baquedano. La primera pregunta que me hicieron una vez hecha la presentación fue cuanto iban a ganar las que participaran, pero a raíz de mi respuesta comencé a observar cómo se le desfiguraban los rostros y los ademanes de desinterés total en la propuesta…pero bueno, les agradecí el tiempo que me dieron y las invité cordialmente a participar de esta aventura creativa.
Durante estos días tuve conversaciones informales con personas a quienes conocí en julio, aprovechando de socializar la propuesta de arte colaborativo y también adquiriendo más información sobre las prácticas culturales locales y sus habitantes.
Coordiné reuniones para la próxima semana con los dirigentes sociales más entusiasmados con la propuesta en mi primera visita al territorio, como Patric Canales, un joven presidente de la Agrupación Cultural La Escuelita que reúne a músicos y audiovisualistas locales, cuyo trabajo de inspiración territorial es realmente poderoso. De igual forma coordiné una reunión con Osvaldo Torres, presidente de la Junta de Vecinos N°4 de Baquedano, Presidente de la Agrupación Cultural Clan Robert Scout “Luis Cruz Martínez” y también funcionario de la Corporación Cultural de Sierra Gorda.
Antes de terminar la semana me reuní con la encargada de la Dirección de Desarrollo Comunitario y encargada de Cultura de la Municipalidad de Sierra Gorda, Yasna Quispe, quien me propuso una reunión con el alcalde para explicarle detalles de la residencia y se comprometió a difundir la convocatoria en una reunión ampliada para todas las organizaciones funcionales de base territorial de la comuna, en la el salón multipropósito de la municipalidad el viernes de 14 a 18 hrs.
Terminé la semana esperanzado y comencé un fin de semana dispuesto a acudir a todos los espacios informales de reunión de los locales, para entender sus dinámicas, prácticas y sociabilizar la propuesta para Baquedano.