Fue como si nos estuviesen esperando… La señora Adriana, mujer de 61 años e hija de señora María estaba en la puerta de su casa cuando asomamos por el camino, la saludamos a lo lejos y de inmediato nos hizo señas de que pasáramos a visitarles un rato. Ingresamos, estaban en casa María, Adriana y Andrés, nieto joven de María.
La casa era bastante modesta, desordenada y con poca iluminación, por lo que el paso del tiempo era de sensación relativa. Estaba la señora María al lado de la cocina a leña, a propósito del calor que esta emite. Ella es una mujer de 93 años de edad, de 1.45 cm de estatura aproximadamente, delgadita, con síntomas notorios de artrosis por tanto bordar, tejer, andar. Su especialidad era el bordado, nos mostró unos trabajos bordados en sacos y unos cojines, sin embargo ya hacía tiempo que no tejía ni bordaba por los dolores de la artrosis.
En un comienzo no quería contarnos nada, solo decía: – …. Nooo, mi chica, si yo le contara…. –¡pero pa’ qué le voy a contare!…. mejor que no. –Es que no me van a creer…. Saben que una vez me caí de un caballo….pero nooo, mi chica, si yo le contara, pero mejor que no. Pa’ qué le voy a contare…
Nosotres le dijimos que nos contara no más. Luego de mirarnos bien a los ojos, comenzó a confiar más y nos contó de su vida, de su muerte y su vuelta a la vida. Nos dimos cuenta que necesitaba conocernos antes de contarnos cualquier cosa, también nos damos cuenta que es bien selectiva en qué cosas devela y qué no.
Le preguntamos por los mitos que envuelven la cultura chilota-mapuche y la existencia de brujos en la región, a lo que ella responde evadiendo el tema de los brujos. Nos dice que ella se comunica con “su comadre, La Sirena”, recalcando que es joven y hermosa. Acto seguido, nos pregunta: -“¿Ustedes saben quién es La Sirena?” (Hace referencia a La Pincoya: Patrona protectora de los peces y mariscos de la costa) nos quedamos pensando, y finalmente Paula respondió: – “Es la que reguarda el mar, un ser místico”, y ella con mucho ímpetu responde:- ¡“Es la Virgen María, mi chica! La mismísima Virgen María pueh”. Se evidencia el sincretismo producto de la evangelización colonizadora y la cosmovisión Veliche (huilliche del sector de Quehui), en donde la evangelización es tan potente que traspasa los cánones estéticos de apreciación del mundo versus la apreciación estética de la cosmovisión Huilliche, relacionando la belleza y lo divino con el catolicismo, transformando la imagen de la Pincoya en la Virgen María; – “Es mitad cristiano mitad pescao”. Se devela en esta afirmación la generalidad Crisitano = Humano, negando por omisión y generalización el origen indígena Huilliche de los habitantes del sector.
Nos contó también que una vez andaba mariscando abajo en la playa y llevaba un canasto para dejarlos, dejó este sobre una roca y fue a la vueltecita a buscar una pancora. Al volver con el crustáceo en la mano, se encontró con “El Perro de mar”, negro, grande; el cual tenía una pancora grande en el hocico, de las que ella había sacado. Lo miró fijo y le dijo: -“¡Ya, te la regalo!, estamos”. Se dio media vuelta, y se fue. Dijo que ella no le tenía miedo a las cosas del mar, porque lo que hay en la tierra hay en el mar y más, que hay que tener coraje siempre, que a la gente le dan miedo los ruidos y cosas y por eso no se acercan, no son valientes… hay que tener coraje.
Así también nos cuenta que se encontró con “El Gato de mar”, que trae fortuna y es dorado como el oro, a lo que le dijo – “Escóndete, ándate que anda el Perro de mar”. Otra vez vio al “Caballo de Mar” asomarse en la ventana que da al camino: -“es un caballo negro gigante, que le cuelgan cosas de oro, es de mal augurio”. Otra vez andaba abajo (bajada del cerro del terreno de su casa) y escuchó llorar una guagua, decía que aquí suelen abandonar a les niñes en los bosques o por ahí en las casas, bajó entremedio del bosque maldiciendo a la mujer que hubiese dejado a su hijo abandonado y se encontró con que era un Pincoy: un niño sireno que estaba llorando. Llegó la sirena de pronto y esta le dijo que no dejara al crío botado, que se “juera” pal mar, a lo que la sirena tomó su cría y se perdieron en el mar.
Adriana nos ofrece galletas hechas por ella, esa era su espacialidad, la cocina. Su piel era tan tersa y fuerte que no habríamos imaginado que tenía 61 años.
Una de las cosas más sorprendentes es que nos contó que ella toda su vida se había sanado siempre sola y a sí misma, que jamás había ido a un médico o curandera, siempre se había autosanado, y que hace un par de años había muerto y luego vuelto a nacer. Como que hubiese transmutado.
Cuenta: – “Un día me caí de un caballo en un barranco de espinos, quedé llena de espinas como astillas que se metieron en mi carne y el cuerpo como que las absorbió. Yo creo que porque como era más gorda, se habían quedado ahí atrapadas. Pero estuve bien enferma, no me podía mover, estaba llena de espinas; pensé que me iba a morir, y un día estaba bien oscura la pieza, ya no podía ni respirar y siento unos golpes como en el techo, y de pronto había un pájaro blanco grande y luminoso en el techo de la pieza. Al otro día desperté y se me salieron las espinas, me pude levantar y caminar, había vuelto a nacer”.
Ingeborg, trabajadora social de Servicio País que ya había conversado con ella en otra ocasión, le preguntó por cuando ella había salido a volar en la noche, pero la señora María evadió siempre responder esa pregunta, alrededor de tres ocasiones durante la casi hora y media de visita.
Es muy inquietante la mezcla que hace de la cosmovisión indígena y la evangelización colona, negando a veces concepciones paganas pero luego las transforma a la visión chilote-católica, dejando entrever que en verdad lo negado de la misticidad Huilliche-chilota. De igual forma es aceptado por ella misma pero explicado desde el catolicismo-chilote.