Buscando estrategias para convocar a la comunidad, entre los consejos, destaca el de Oriana Valencia, la dueña y cocinera del Restaurant Con Sabor a Campo, antigua funcionaria de la Fundación de Cultura quien nos sugiere convocar a los niños, los más vulnerados, olvidados y con más tiempo, ya que están de vacaciones y por añadidura podrían también participar sus madres.
Nos contó que antes el municipio colocaba piscinas de plástico en los parques a los niños para que pudieran disfrutar de tardes recreativas, pero esa práctica quedó en el pasado, ya que construyeron una piscina olímpica techada más orientada a los nadadores.
En el verano los niños también tenían “Las tardes mágicas” en donde veían películas en pantalla grande y realizaban actividades recreativas. Nos cuenta también de cómo el pueblo fue perdiendo el interés en participar y organizarse.
Hoy en el negocio de nuestro barrio conversamos con los vecinos sobre cómo era la convocatoria comunitaria cuando existía el centro cultural que se quemó, como también un pequeño museo comunitario. Con tristeza nos contaban que existía una cancha de fútbol verde y rodeada de álamos gigantes que daban mucha sombra, el recinto era de Ferrocarriles del Estado, pero posteriormente fue privatizado y adquirido por Ferronor, quienes desmantelaron el parque.
Terminaremos este año haciendo un “puerta a puerta” junto a mi equipo de trabajo para invitar a la comunidad a participar y colaborar en el proceso, mientras dialogamos sobre su tierra, sus carencias, sus bondades, sus memorias, conflictos y sueños.