Junto a la familia de nuestro vecino Luis Bravo, iniciamos un viaje hacia el Alto Hospicio profundo. En su furgón habilitado para escalar las montañas del desierto, nos internamos por la ruta de la basura: kilómetros y kilómetros de desechos de todo tipo, vertederos ilegales provenientes de todas las instituciones públicas y privadas, y los más diversos sectores comerciales. Atravesamos un paisaje de ciencia ficción. En contra de nuestro asombro, el vecino concluye: “la basura es riqueza, solo hay que saber canalizarla, encontrar compradores…”. Está molesto porque la Municipalidad les cierra el acceso a los vehículos que van a tirar basura y con eso obstruye el paso a los vehículos que hacen rally en estas montañas, venir a correr en los autos acá es nuestra felicidad, nos explica.
La familia Bravo es una familia hermosa, al invitarnos a este viaje nos regalan la oportunidad de compartir las múltiples formas de entender y habitar este territorio.
Junto a la basura surge otra realidad contradictoria: los piques, profundas excavaciones abiertas, diseminadas por todo el desierto. Sin ninguna regulación legal estos piques son un grave peligro. En su oscuridad esconden el terror de las familias que han encontrados los cuerpos de sus muertos ahí, a metros de profundidad. Muchas de las más de diez mujeres asesinadas entre 1998 y 2001 en este lugar, fueron arrojadas a estos piques.
Francia nos habla de cómo insistieron a las autoridades, al colegio Marista, a carabineros, a los medios de comunicación, que algo terrible estaba pasando, que estaban desapareciendo muchas niñas y mujeres. El subsecretario de la época, Jorge Burgos, señalaba a la prensa que lo más probable era que las desapariciones se trataran de niñas que habían huido del hogar por las condiciones de pobreza en que vivían, dedicándose a la prostitución en Tacna u otras localidades alejadas.
Camila, la hija mayor de Luis y Francia, nos habla con tristeza del enorme esfuerzo que deben hacer los jóvenes para superar el drama que ahora, en medio de las montañas, se abre peligrosamente frente a nuestros ojos, y nuestros ojos se pierden en lo negro del estigma…